La Ciudad de la Noche Terrible, James Thomson

[The City of Dreadful Night]. Poemita de James Thomson (1834-1882), publicado entre marzo y mayo de 1874 en el «National Reformer» y en 1880 en un volumen con otras poesías. Thomson describe en él una sim­bólica ciudad de las tinieblas, que no cono­ce la luz porque al aparecer el sol se disuel­ve como los sueños, si bien continúa pre­sente en el pensamiento y en el corazón de los que no conocen la luz de la esperanza. La ciudad tiene un templo, en el que se predica la religión de la nada; está atra­vesada por el río del suicidio. Por sus ca­lles oscuras circulan como fantasmas sus habitantes, la mayor parte hombres madu­ros, raramente jóvenes, pocas mujeres y sólo algunos niños; antes de penetrar en ella, han abandonado toda esperanza en la vida y el único alivio, para su desesperación, consiste en la seguridad de morir. Son pa­tentes en Thomson las influencias de la lite­ratura italiana (conoció y tradujo al in­glés obras de Leopardi); pero también lo son las reminiscencias dantescas, que pue­den reconocerse en la ciudad terrible y en la desesperación de sus habitantes, reminis­cencias reabsorbidas por la sensibilidad mo­derna del poeta, para el que la escena vie­ne a ser una especie de imagen de la con­ciencia y del mundo interno de los hombres, configurado como una ciudad, con su curso de agua, símbolo de la muerte y la eterni­dad, y con sus turbios laberintos.

Es ésta, sin duda, la mejor obra de Thomson. El do­lor de vivir, la romántica fascinación de la desesperación, que puede decirse que son el tema central de casi toda su obra poéti­ca, se acentúan y profundizan en tono más decisivo en La ciudad de la noche terrible, en la que la desesperación se acepta como la constatación del fin de aquellos valores espirituales y religiosos que han hecho posi­ble la vida de los hombres. En el poemita debe verse indudablemente el resultado de una insatisfacción que hacía germinar en la conciencia colectiva el optimismo dema­siado fácil y superficial de la época victoriana, época que había sustituido los valores trascendentales del espíritu por la moral utilitaria; pero también debe reconocerse en la aparición prematura del poemita res­pecto a la reacción antivictoriana, y en su carácter particularmente intenso, el signo de la situación personal del poeta, que fue conducido a su desconsolada concepción de la vida, por causas individuales que hirie­ron y amargaron su juventud. Es posible ver también en Thomson, producida por la acción de teorías anárquicas absorbidas en Londres, una posición extrema del indivi­dualismo, que, abolido todo otro valor, termina por devorarse a sí mismo. La oscura atmósfera y el profundo pesimismo hicieron que el público no acogiera la obra favora­blemente; pero por la intensidad del senti­miento, por la concentrada fantasía y por la musicalidad del verso, que, casi por con­traste, acrece la desolación del tono, queda la obra como una de las manifestaciones más intensas de la poesía inglesa del si­glo XIX. El mismo título lleva también un cuento de Rudyard Kipling.

S. Rosati