La Bruja, Antón Francesco Grazzini

[La strega]. Comedia en cinco actos y en prosa de Antón Francesco Grazzini, Lasca (1503-1584). Fue publicada en 1582, pero había sido escrita mucho antes, probablemente hacia 1545. El tí­tulo le proviene del personaje de Sabattina, vieja viuda con fama de bruja; pero tiene poco papel en la comedia, cuya acción mue­ve en cambio Fabrizio, un joven que se ha refugiado con su amante en casa de aquélla y se aprovecha de la fama de bruja de doña Sabattina para estafar a la gente; así, al viejo Lucantonio, le promete, mer­ced a las artes de la hechicera, noticias de su hijo Orazio a quien se cree muerto en un naufragio, pero que vive escondido con una joven genovesa en casa de la bruja; a doña Bartolomea le promete impedir que su hijo Taddeo se haga soldado, desesperado al no poder casarse con Geva, otra hija de Lucantonio. Pero tampoco Fabrizio tie­ne un carácter relevante, y la acción, que se resuelve felizmente con las dobles bodas de Orazio con su amada Violante y de Taddeo con Geva, tiene en el fondo escaso interés y es un pretexto para presentar escenas vivas y esbozos de tipos cómicos. Entre éstos destaca Taddeo, verdadero pro­tagonista de la comedia y la figura más con­seguida del teatro de Lasca.

Genial varia­ción del tipo tradicional del soldado fan­farrón, Taddeo no es propiamente soldado, pero se propone serlo para olvidar su des­gracia amorosa y se imagina ya serlo del todo, encarnando su nuevo papel y no ha­blando más que de sus proezas; sin embargo, se comprende inmediatamente que sus fie­ros propósitos no se cumplirán, y que las súplicas de su madre y su tío para que no cumpla un empeño tan desesperado son en el fondo süperfluas, pues el pobre hombre no está hecho para la vida militar y sólo pide ser disuadido para renunciar. Todo queda en proyectos, mejor dicho, en juego verbal y mímico finísimo, en el que parti­cipa, junto con el fingido héroe Taddeo, la figura complementaria del criado Farfaniquio, que se burla de él, sin que Taddeo lo advierta; y el sprit de la comedia debe buscarse precisamente en la inspirada fan­tasía que se divierte con las dos figuras he­chas, diríase, con nada y son, sin embargo, en su levedad, poéticamente verdaderas. Algo de dicha fantasía se encuentra tam­bién en el prólogo de la comedia, donde el autor introduce el Prólogo y el Argu­mento para que se disputen el papel de presentador de la comedia y encuentra manera de satirizar las pretensiones de quienes querrían que las obras modernas se modelasen en las antiguas, reivindicando los derechos de la modernidad y alabando su propia obra, precisamente por dicha modernidad.

M. Fubini

Lasca… es popular, en el sentido ideal de la palabra; y enlaza con lo popular de la antigua literatura florentina, que él ama­ba y celebraba como una tradición viva. De Sanctis echaba de menos en Lasca lo culto y la seriedad del arte; pero debiera mejor decirse que él tenía el sentido ar­tístico bastante feliz, y que lo que le falta­ba era la profundización mental y moral, una personalidad desarrollada y educada, la única que puede dar obras amplias y vigorosas; por ello lo hemos llamado po­pular. (B. Croce)