[La Bassvilliana o In mor– te di Ugo Bassville]. Cantar formado por cuatro cantos en tercetos de estilo dantesco, de Vincenzo Monti (1754-1828), compuesto en 1793, interrumpido en el cuarto canto. Trata del asesinato, acaecido en Roma, el 13 de enero de 1793, de Nicolás Joseph Hugon de Bassville, secretario de la legación francesa, llegado a Italia con el fin de difundir las ideas revolucionarias. Monti, que es ferozmente contrario en este período a las ideas venidas de Francia, traspasa el interés de la figura de Bassville, que sólo aparentemente es el protagonista, a la figura de Luis XVI, víctima inocente de la revolución. La representación de los suplicios y de la muerte de Luis XVI, es de clara imitación dantesca, y está animada por un violento sentimiento religioso, antijacobino y católico. A la muerte de Bassville, después de un primer choque entre el ángel y el demonio, el alma, conquistada por el ángel, debe pagar las culpas contemplando las plagas y los horrores causadas por la revolución. Así, guiada por el ángel, el alma del pecador, cruza tierras y países y llega a París, precisamente el 21 de enero de 1792, para asistir a la decapitación del rey, mientras Dios, en el cielo, pesa los hechos de la culpable Francia. El rey muerto se eleva a la gloria merecida con el martirio, y entretanto alrededor de su cuerpo se agolpan en París las almas de los precursores de la Revolución: Helvetius, D’Alambert, Diderot, Voltaire, Raynal, Bayle, etc. Pero tres querubines bajan y hacen huir las almas condenadas, mientras la Fe y la Caridad recomponen el cadáver, recogen en dos copas la sangre y lo llevan al cielo. La obra se interrumpe con la representación de Europa en armas, con los gritos de guerra y el estruendo de las espadas. La continuación hubiera debido representar la entrada de Bassville en la gloria del Paraíso; mientras el poeta se preparaba a seguir, los acontecimientos en Europa precipitaban en sentido contrario a sus previsiones; y esto enfrió inmediatamente su fantasía, demostrando que si tenía gran facilidad en imitar las formas dantescas, le faltaba absolutamente el alma del gran poeta. La obra procede por visiones históricas, que se desarrollan en una gran escenografía. Aparte su escaso respeto para con la verdad histórica, que no sería cosa grave en un poeta, se encuentra más grandilocuencia que verdadera e íntima poesía.
La propia figura de Bassville es desproporcionada, si se piensa en el valor simbólico que adquiere en la obra, en comparación a su mediocre importancia histórica. Sin embargo, no falta un cierto «pathos» trágico en algunas escenas, como en la del París lúgubremente silencioso ante la inminencia de la muerte de Luis XVI (canto II). Faltan, en cambio, organicidad, un verdadero sentido de lo trágico, la parsimonia en las escenas, la medida en el uso de la mitología. Los modelos son muchos. De Klopstock, Monti saca la idea de que Bassville asista al crimen de Francia, como las sombras de los patriarcas asisten en el Calvario a la agonía de Cristo; de Milton, imita algunas imágenes; Ossian le presta algunas formas de expresión; Virgilio y Ariosto le sugieren aquellas teorías de los símbolos, como el Llanto, la Necesidad, la Locura, el Hambre, etc. que invaden las escenas. Pero la base de la construcción está sacada de la Biblia y de Dante. El éxito de la Bassvilliana fue grandísimo entre sus contemporáneos. En 1826 el autor afirmó que las ediciones habían llegado a un centenar, y no exageraba. El literato umbro Francesco Torti, con sus exaltaciones, fue uno de los primeros en contribuir a este éxito superior al valor intrínseco de la obra. En efecto, fue el primero que habló de Monti como de un «Dante ingentilito» («hecho amable»), frase que hoy puede parecer más bien irónica que exaltadora.
M. Maggi
Las imágenes se parecen (si es lícito el símil) a la majestuosa grandeza, y al cándido lustre de las esculturas patrias. (Foscolo)
En Monti son dignas del mayor aprecio, podría decirse originales y propias, la volubilidad, la armonía, la delicadeza, la elegancia, la dignidad graciosa, y todas estas propiedades se dan asimismo en las imágenes, a las cuales debemos añadir acertada elección, evidencia, etc. (Leopardi)