[La ballerina]. Novela italiana de Matilde Serao (1856-1927), publicada al mismo tiempo en la «Revue des Deux Mondes» y en la «Nuova Antología» (16 de mayo-1 de julio de 1899) y luego como libro. Cuenta la triste historia de un corazón honrado que el ambiente corrompido contamina en el cuerpo, pero conserva su heroica soledad moral, el pudor de sus afectos y el ímpetu de sus pasiones. Carmela Minino, a pesar de ser fea y de vida devota, encaminada a la profesión de bailarina por una espléndida artista, muerta joven y riquísima, conserva un buen recuerdo de su bienhechora. Huérfana y sola, vive triste y castamente en pobreza, cumpliendo su ingrata tarea, desconfiando del hombre, en el cual ve solamente el peligro que lleva al mal y no al amor. Por esto resiste a las insistencias amorosas de un joven sentimental, Roberto Gargiulo; y solamente cuando el conde Ferdinando Terzi, amante de su colega Emilia Tromba, se burla de su virginidad, ella, por una reacción —parece— de su orgullo de mujer, cede a Gargiulo y comete la primera culpa. Pero una gran tristeza pesa sobre ella, que le impide gozar de aquella efímera dicha: su corazón está preso obstinadamente por la bella persona del conde, hasta cuando, abandonada por el fatuo Gargiulo, se entrega a un viejo y vulgar mujeriego, el caballero Scognamiglio.
Tímida, reservada ante los hombres, presa de remordimientos por su siempre presente sentido del bien, se revela en toda su cálida y victoriosa feminidad en la última escena. Al saber que el conde se ha matado, le encuentra después de una afanosa búsqueda nocturna a través de Nápoles, en una sucia posada de mala fama; y sola, en su vela nocturna, cuenta al frío cadáver su secreto, mirando y besando el rostro, embellecido por la muerte, de quien la había ignorado y escarnecido. Después del período realista, pintoresco y local (v. El país de la cucaña), la autora vuelve en La ballerina, a los temas sentimentales, con los cuales había iniciado su arte. Pero un más abierto atrevimiento, un mayor sentido del límite, el uso más equilibrado del color local y la continua atención hacia el hecho anímico, ponen esta novela entre los ejemplares más acabados de la pasión moral de la escritora. La estructura es armónica; pero el amor secreto de Carmela tiene en la narración indicios demasiado indecisos e indirectos; se nota más en su perpetua tristeza como pecadora, que en una experiencia sentimental, cuya íntima historia no poseemos.
G. Marzot
Se advierte aquí la Serao de sus primeras narraciones, pero al mismo tiempo, un conjunto de cosas queridas y un efecto demasiado calculado para el efecto. (B. Croce)