Una de las tres tragedias del poeta aragonés Lupercio Leonardo de Argensola (1562-1613). Debe ser anterior a 1605, y probablemente a los éxitos tan diversos de Lope de Vega. La Alejandra guarda estrictamente las tres unidades como las otras dos tragedias del mismo autor: La Filis y La Isabela (v.). Es famosa la frase del Cervantes prelopista, inserta en la 1.a parte del Quijote, cuando al contar el canónigo (cap. XLVIII) su conversación con uno de los «pertinaces» partidarios de la nueva escuela dramática de Lope, se habla de «tres tragedias» que compuso un famoso poeta», a lo que se contesta: «Sin duda, que debe decir vuestra merced por La Isabela, La Filis y La Alejandra. A pesar de este elogio cervantino, La Alejandra no pasa de ser una confusa aglomeración de elementos que mezclan la retórica del horror a una desorbitada acción novelesca, a pesar de su buscado clasicismo. Hay en ella sólo preludios de «tragedia pintoresca», que Hurtado considera «disparatada» e inferior a la misma Isabela, curiosa por el tema de moros y cristianos, con dejos de motivos aragoneses, muy del autor. Más que la tragedia griega o latina, influyó en Argensola el teatro italiano clásico del XVI. Así La Alejandra tiene por modelo la Marianna (1565) de Ludo vico Dolce (1508-1568). En la obra de Argensola hay un personaje llamado «Lupercio» como el autor. Argensola osó (1598) —fecha que suponen escritas, por esto, sus tragedias— pedir la prohibición de la «comedia nueva» que representaba Lope, pero no se le hizo caso.
A. Valbuena Prat