Artemisa ha transportado a Ifigenia a Táuride y la ha elegido sacerdotisa de un templo. Allí, de acuerdo con las costumbres de Táuride, donde reina Toante, tiene que presidir el sacrificio sobre el ara de la diosa de todos aquellos extranjeros que ponen sus pies en aquella tierra. Un día le llevan a dos jóvenes recién capturados: su hermano Orestes que, enloquecido por las Erinias tras el matricidio, ha huido de Argos, y su amigo Pílades.
Después de numerosas preguntas de Ifigenia —que encuentra odiosa su cruenta ocupación y no piensa más que en su patria de Argos— y de una noble lucha entre Orestes y Pílades para que uno de ellos pueda salvarse del sacrificio, los dos hermanos se reconocen y deciden regresar juntos a su patria. Una vez han engañado a Toante, consiguen huir junto con Pílades, llevándose consigo la estatua de Artemisa.