Ideas Relativas a una Fenomenología pura y una Filosofía Fenomenológica, Edmund Husserl

[Ideen einer reinen Phänomenologie und Phänomenologischen Philosophie]. Es la obra fundamental de Edmund Husserl (1859- 1938), en la cual el autor concluye y aclara la significación de sus investigaciones de psicología fenomenológica y pone los ci­mientos de la Fenomenología trascendente. La primera edición (1913) formaba parte del primer volumen del Anuario de filosofía y de investigación fenomenológica [Jahrbuch für Philosophie und phänomenologische Forschung]. La obra está dividida en cuatro par­tes.

En la primera («Esencia y conocimien­to de las esencias») Husserl vuelve al pro­grama positivista de acoger todo lo que se da en la intuición tal como se da, considerándolo como fuente de legitimidad para el conocimiento. Pero el campo de la intuición no se limita al conocimiento sensible: hay una intuición de objetos ideales, de ideas puras, que él llama esencias, las cuales no deben entenderse como las ideas platónicas, porque no trascienden la esfera del sujeto, sino que se constituyen esencialmente como contenidos de un acto de conciencia.

En la segunda parte («La teoría fenomenológica fundamental») se desarrolla la teoría del método de las reducciones. Los actos del pensamiento están habitualmente dirigidos al conocimiento del mundo exterior, funda­dos en la creencia en la existencia del mismo. Con un acto de suspensión de seme­jante creencia, la filosofía puede obtener la conciencia pura, o sea, la conciencia como simple contenido de objetos que se consti­tuyen en ella, independientemente de que existan o no. La descripción de este puro mundo de actos de conciencia constituye el tema de la fenomenología pura.

Tema que queda aclarado en sus detalles técnicos y metodológicos en la parte tercera de la obra («Acerca de la metodología y de la pro­blemática de la fenomenología pura»), donde se describe la constitución esencial de la conciencia pura, caracterizada por una bipolaridad: la «noesis» (o sea, el acto de con­ciencia) y el «noema» (es decir, el contenido de la «noesis»), que no deben confundirse con el sujeto y el objeto, porque no son sino los polos abstractos de algo concreto: todo acto de conciencia constituye, indefec­tiblemente, un contenido en su interior, y todo objeto está, indefectiblemente, consti­tuido en un acto de conciencia.

Finalmente, la cuarta parte («Razón y Realidad») intenta una gnoseología en el interior de la reduc­ción fenomenológica: la verdad es la evi­dencia, es decir, la completa explicitación de los contenidos a que los conceptos se refieren. La obra, aunque se mantiene ceñida a los problemas que sistemáticamente se han planteando, está impregnada en la fe de la inmanencia de una conciencia más alta; en el seno de la conciencia empírica; conciencia pura en la que, superadas las antítesis entre ser y pensamiento, y, consiguientemente, entre realismo e idealismo, se despliega un mundo ideal puramente posible, raíz en acto y sustancia de este mundo empírico y de nuestra conciencia empírica. Elevándose hasta esta contemplación de lo eterno, que el individuo halla en su propia interinidad, la realidad aparece comprendida en su esencia a priori y justificada en ella. Sin embargo, esta racionalidad de la naturaleza y de la historia se presenta al filósofo no como un puerto trascendente donde anclar, sino como una misión infinita que hay que realizar activamente: la misión humana del filósofo. [Trad. del alemán por José Gaos (México, 1949)].

G. Preti