[Historia regum Francorum]. Con este título se designan numerosas crónicas medievales latinas y francesas, a veces enlazadas entre sí, y algunas de ellas preciosísimas como fuentes históricas. No todas han llegado hasta nosotros íntegramente y de alguna sólo se conservan fragmentos: otras se limitan a resumir el material de las «Crónicas», «Vidas» o «Gestas» anteriores. Entre las crónicas más importantes merece recordarse una historia general de los francos (Historia Francorum), en cuatro libros, escrita en los comienzos del siglo XI por Aimoin, monje benedictino de Fleury-sur-Loire. No es una obra original: el autor recoge y ordena las narraciones de autores anteriores, entre ellas la de Gregorio de Tours (v. Historia de los francos) y de Paulo Diácono, llegando hasta el reinado de Clodoveo II. Varios son los continuadores, entre ellos un monje de Saint- Germain-des-Prés, del siglo XII, que, ateniéndose á los datos de los cronistas medievales anteriores, continúa la narración hasta 1165, .año en que nace Felipe Augusto. Las crónicas de la historia nacional francesa quedaron sepultadas en los monasterios, hasta que, en el año 1205, un escritor anónimo, después de una lectura atenta de los antiguos cronistas, lectura no exenta de cierta tendencia crítica, redactó una obra que, aunque incompleta y defectuosa, logra presentar un cuadro histórico bastante claro.
Esta Historia Regum francorum la utiliza después, en una Crónica en francés, el Anónimo de Béthune (1225), traducida en 1260 por un trovador de Alfonso de Poitiers, hermano de Luis XI. En la segunda mitad del siglo XIII, en la abadía de Saint-Denis, de la que habían salido dos grandes ministros franceses (Suger y Mateo de Vendóme), se inicia una gran redacción francesa de la historia nacional, bajo la dirección de Mateo de Vendóme. La obra, que traduce los antiguos anales y las crónicas latinas a la vista de las composiciones anteriores, es conocida con el nombre de Grandes crónicas de Francia, o con el de Crónicas de Saint-Denis [Grandes chroniques de France ou Chroniques de Saint-Denis]. El monje que la redactó, sólo designado en ella con el nombre de Primat, a las fuentes numerosas y generalmente buenas y dignas de crédito, añade observaciones propias y algunas reflexiones y noticias atribuidas a Paulo Diácono o a Orderico Vitale. La redacción termina con las empresas de Luis IX, al que la obra fue solemnemente ofrecida. La traducción de textos latinos y la composición general están bien cuidados, pero se nota el deseo de hacer resaltar los elementos y los rasgos que podían redundar en honor del monasterio de Saint-Denis, y también hay que reprochar al autor el haber silenciado las fuentes utilizadas, haciendo creer que el monasterio conservaba casi milagrosamente los hechos concernientes a la historia de Francia. La gran obra fue continuada por monjes, más tarde también por laicos (entre ellos Alain Chartier) y en 1476 las Grandes Crónicas fueron impresas en tres volúmenes — primer libro impreso aparecido en Francia —.
C. Cremonesi