[Griechische Geschichte]. Obra en tres volúmenes, publicada en Berlín entre 1857 y 1861. La narración de la historia de la Grecia Antigua, desde sus orígenes hasta la batalla de Queronea del 338, de Ernst Curtius (1814-1896), es una de las pocas historias del siglo pasado que conservan un gran valor. El autor, que tenía un profundo conocimiento directo de los países cuya historia narraba, puso como fundamento de ésta su original concepción de la prioridad y preeminencia de las poblaciones jónicas del Asia Menor y de su cultura sobre las poblaciones y sobre la cultura dórica, en la que su maestro O. Müller había visto la manifestación primera y más genuina del helenismo. A esta afirmación, en aquel tiempo revolucionaria, Curtius llegó sobre todo a través de un feliz análisis de las tradiciones míticas y religiosas del pueblo griego. En general (y esto constituye el defecto principal de la obra, imputable, más que al autor, al nivel de la investigación histórica de su tiempo), el factor político y económico queda descuidado, en tanto que toda la atención recae sobre las manifestaciones estéticas, éticas y religiosas.
El meollo de la civilización y de la historia griega es para Curtius la religión: en Delfos, sobre todo, cuando confluían y se compenetraban armónicamente las aportaciones de las estirpes dóricas y jónicas, se formulaba la ley que daba verdadera unidad al mundo griego, estimulando la formación de una moral y de un arte comunes a todos los griegos, y dirigiendo la expansión griega en el Mediterráneo. En el resto, esto es, en la interpretación de los acontecimientos de la edad histórica, el autor, que se eleva sobre los estudios de su tiempo por el calor de su admiración hacia Grecia y su cultura y por su sensibilidad estética, no supera los puntos de vista tradicionales, como se ve en el hecho de hacer terminar la historia griega con la sumisión de Atenas a Macedonia. El significado del helenismo no había sido todavía descubierto (lo fué por Droysen), y para Curtius los héroes continúan siendo Pericles y Demóstenes, que dominan respectivamente el segundo y el tercer volumen de la obra. Atenas está en el centro de la Historia griega. No se valoran en su justa importancia los problemas de la vida política griega fuera de Atenas, ni siquiera a las personalidades como Filipo de Macedonia, que debía preparar Grecia para la conquista del Oriente y romper las angostas barreras de la vida griega, convirtiéndola en civilización universal. [Trad. por el Dr. Alejo García Moreno (Madrid, 1888)].
A. Passerini