Goetz de Berlichingen, Wolfgang Goethe

[Goetz von Berlichingen]. Drama en prosa, en cinco actos, de Wolfgang Goethe (1749-1832), pu­blicado en 1773. La figura de Goetz de Ber­lichingen, el caballero de la mano de hierro, que en la realidad histórica fue uno de los muchos capitanes aventureros de la Alema­nia del XVI, se convierte en figura poética y caballeresca.

Goetz vive en su castillo fortificado, dispuesto a dar o recibir golpes, armado de pies a cabeza, nunca en reposo. Weislingen, hombre influyente en la corte del obispo de Bamberg, es hecho prisionero por Goetz, que le trata generosamente, y está incluso dispuesto a casarle con su her­mana María, de la cual el sensible Weis­lingen se ha enamorado. Éste pide y ob­tiene permiso para volver a la Corte para arreglar sus asuntos y despedirse; una vez allí, Weislingen se siente seducido por los atractivos de aquel ambiente y también por los de una cortesana, la seductora Adelaida; Weislingen hace traición a María y a Goetz y llega a aconsejar al emperador que acabe de una vez con el enjambre de los caba­lleros turbulentos. Goetz es desterrado. Vencido por fuerzas superiores, presta jura­mento de no turbar más la paz del Imperio; pero los campesinos se rebelan contra sus amos y, en busca de un jefe, obligan a Goetz a ponerse a la cabeza de su movi­miento. Goetz acepta con la esperanza de purificar la causa del campo que contiene tantas justas reivindicaciones. Ante las bár­baras crueldades de que los insurrectos con­tinúan haciéndose culpables, Goetz quisiera retirarse, pero no consigue liberarse de sus compromisos y, al ser derrotado, muere en la cárcel, rodeado de su mujer y de los últimos fieles que le quedan, invocando la justicia de la historia.

Goethe cuenta en su biografía Poesía y Verdad (v.) que leyendo las antiguas Memorias de Goetz (impresas en 1731) sintió deseos de ponerlas en esce­na, sin añadirles nada; en este sentido es­cribió, en 1771-72, una primera redacción que se ha conservado: Historia de Gofredo de Berlichingen [Geschichte Gottfriedens von Berlichingen]. En cambio, en el texto definitivo refundido bajo la directa influen­cia de Herder, su fidelidad a la materia histórica es mantenida sólo en el conjunto; en los pormenores, la fantasía del poeta ac­túa libremente; el retrato de los caracteres y todo el cuadro de la época están poética­mente aproximados a nosotros. La corte del obispo de Bamberg, aunque italianizante y humanista, es más bien la reproducción de una de las numerosas cortes alemanas del siglo XVIII. Es un ambiente que ha sido retratado a menudo en la literatura alemana de su tiempo; Goethe había podido hallarlo en la Emilia Galotti (v.) de Lessing; al cabo de poco tiempo, se le encontrará también en Intriga y amor (v.) de Schiller, y está tam­bién reflejado en Jean Paul Richter o en Hoffmann. El armazón del drama consiste en la antítesis entre aquella corte refinada, llena de cálculos y astucias, y el carácter y el ambiente de Goetz, con toda la sen­cillez, la tosquedad, la honestidad y la franqueza de la vieja alemania.

Por este motivo, el drama fue acto seguido conside­rado en alemania como obra nacional, y se comprende por otra parte que Federico el Grande, en cambio, calificara con desprecio este género de teatro: incluso en el aspecto artístico, no se puede imaginar nada más opuesto, e incluso intencionadamente opues­to, a las reglas del clasicismo francés. Su modelo es Shakespeare, pero tratado con absoluta libertad; el pueblo bajo no está representado en su aspecto cómico como en Shakespeare, y Goetz no es una de aque­llas figuraciones de orgulloso señorío que Shakespeare se complacía en crear, sino un gran hombre del pueblo. Además, los saltos en el espacio y en el tiempo y las mutacio­nes escénicas no se suceden en Shakespeare con tan febril y atropellada rapidez: las tragedias históricas de Shakespeare no son nunca un mosaico tan turbulento. Goethe ha trazado el cuadro de una alemania divi­dida, compuesta de mil pequeños estados, de clases superpuestas, unidas sólo en la persona grandiosa, pero débil, del empera­dor. Y el cuadro le ha salido admirable­mente bien. Es la alemania caótica; y el valor del drama no reside tanto en las des­cripciones de las pasiones, como en la representación de una vida rica y no repri­mida. Es, por excelencia, el drama del «Sturm und Drang». [La primera traducción castellana es la de J. Fernández Matheu (Barcelona, 1867). Existe además otra versión de Fanny Garrido de Rodríguez Mourelo en Teatro selecto, traducido directa­mente del alemán, tomo II (Madrid, 1893). La mejor traducción moderna es la de Rafael Cansinos-Assens, en Obras comple­tas, tomo III (Madrid, 1951)]. F. Lion

Imitación shakespeariana de una vulgari­dad repugnante. (Federico II)

Goethe transfirió al teatro un pueblo vivo con su Goetz de Berlichingen, en el cual se ve la agonía de la alemania feudal. (Unamuno)

Con Goetz von Berlichingen Goethe inten­tó otra clase de obras, las que se podrían llamar, más que poéticas, «agradables». (B. Croce)