Florentino, Dorotea Schlegel

[Florentin]. Novela de Dorotea Schlegel (1763-1839), publicada en 1801. Escrita bajo la inmediata influencia del «Wilhelm Meister» de Goethe (v. Mi­sión teatral de G. M. y Años de peregrina­ción de G. M.), también experimenta la in­fluencia de Tieck, de Novalis, de Jacobi, lo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que la autora, primero amiga y después esposa de Friedrich Schlegel, vivió en el cenáculo de los románticos y compartió to­dos los entusiasmos de su marido, cuya admiración por la novela goethiana es bien conocida. Pero dejando aparte la absoluta falta de originalidad de la concepción, la novela está escrita con gracia, y algunas escenas experimentan el espontáneo huma­nismo de la autora, mientras ciertos episo­dios reflejan su sensibilidad inquieta y su apasionamiento femenino.

El nacimiento del protagonista está envuelto en el misterio; lo hallamos adolescente solitario, educado por sacerdotes y destinado a vida conven­tual; después el joven huye, pasa cierto tiempo en una aristocrática escuela militar, de donde, misteriosamente vigilado y pro­tegido, pasa a Venecia, y de allí a Roma, donde es conquistado por una bella romana de costumbres ligeras, a cuyo lado intenta abrirse camino en la pintura. Pero no tiene vocación de pintor ni firmeza para serlo; recorre ocioso y vagabundo media Europa, mientras la sensación de vacío de su inútil vida suscita en su interior la intuición vaga de una misión misteriosa. Empieza a soñar en irse a América «para ponerse en contacto con un Estado joven y autónomo», «para ver el trabajo en masa», cuando la casua­lidad hace que se enamore de una joven noble. El final del volumen (el primero o, mejor dicho, el único, ya que el Florentino quedó incompleto) nos deja entrever que la madre del protagonista es una tía de la novia, el cual tiene así la suerte de haber hallado el amor de la esposa con la ternura de la madre.

No sólo el tema y los perso­najes (en la madre hallada es imposible dejar de advertir la analogía con el «Alma bella» del Wilhelm Meister), sino también la manera y el estilo de Goethe se reflejan en esta obra, donde resuena a su vez un pálido eco de las canciones de Mignon (v.).

B. Allason