[Les fastes de la grande et ancienne Ménestrandise]. Pertenece al segundo libro y al undécimo orden de las Piezas para clavicémbalo (v.) de François Couperin (1668-1733), y es uno de los más vividos ejemplares de este arte que a pesar de sus intentos descriptivos y literarios, consigue anclar sólidamente su creación en una base inventiva de naturaleza rigurosamente musical. La «Ménestrandise» era la corporación de los músicos y cantores ambulantes parisienses, fundada en 1321 con la aprobación del preboste de la ciudad y reformada por Luis XIV en 1659. La institución se hizo tan poderosa que en 1693 obtuvo del preboste una ordenanza que prohibía la enseñanza del clavicémbalo a quien no fuese miembro de ella. Naturalmente, compositores y músicos protestaron, y en 1695 obtuvieron del Parlamento una revocación de dicha orden. Pero en 1707 nuevas disposiciones volvían a poner a todos los compositores bajo la dependencia de la «Ménestrandise», lo cual provocó nuevas protestas.
En una de aquellas dos ocasiones, Couperin, ateniéndose a los poco gloriosos orígenes de la corporación, que derivaba directamente de los juglares medievales, compuso estos cinco «actos» descriptivos y satíricos que retratan «Les notables et jurés ménestrandeurs», sobre un motivo de pomposa y afectada solemnidad; «Les viéleux et les gueux», sobre un motivo casi idéntico, pero en un quejumbroso tono menor; después, un «aria» intencionadamente inhábil, sobre un monótono acompañamiento que imita la viola: «Les jongleurs, sauteurs, et saltinbanques, avec les ours et les singes»; una desenfrenada aria carnavalesca que pinta a lo vivo la verdadera naturaleza de la «Ménestrandise»; «Les invalides ou gens estropiés au Service de la grande Ménestrandise», un ritmo cómicamente patoso y cojeante; y «Désordre et déroute de toute la troupe causée par les ivrognes, les singes et les ours», velocísimo y precipitado final.
M. Mila