Como la persecución de Septimio Severo había sugerido al apologeta cartaginés Tertuliano su exhortación Ad Martyres, así la persecución de Máximo el Tracio, entre 235-238, sugirió a Orígenes (185?-254?), en Cesarea, una cálida exhortación al martirio.
Por lo que nos dice Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica, aquella persecución puso seriamente en peligro la vida y la inmunidad de los personajes más conocidos de la cristiandad oriental. Tanto el mecenas de Orígenes, el generosísimo Ambrosio, como su fiel amigo Protocteto, miembro del clero de Cesarea en Palestina, estuvieron expuestos a serios peligros. Orígenes les dirigió esta exhortación que quería fortalecer en todos los fieles expuestos a las represalias imperiales, la constancia en la fe y la prontitud a todos los sacrificios. La elocuencia del persuasivo y fecundo escritor alejandrino alcanza aquí sus cimas más altas.
E. Buonaiuti