El Evangelio de San Mateo, llamado Leví, uno de los doce Apóstoles, es el primero de los Evangelios, y fue escrito en Jerusalén, originalmente en lengua aramea, traduciéndose luego al griego. No se conoce exactamente la fecha de su composición. Según el testimonio de San Ireneo, que afirma que lo escribió «mientras San Pedro y San Pablo divulgaban la buena nueva del Evangelio, en Roma», cabe suponer que fue alrededor de los años 63-67 d. J. C. Junto con los Evangelios de San Marcos y San Lucas (v.) constituye el grupo de los tres Evangelios llamados «sinópticos», semejantes por su léxico, por la selección de los relatos, por el orden, y tan sólo diferentes en ciertos detalles.
El libro se divide en tres partes: la primera narra la infancia de Jesús y su vida oculta (I, 11); la genealogía de Jesús, la concepción virginal y el nacimiento del Salvador, la adoración de los Magos, la huida a Egipto y el retorno de este país. La segunda parte describe la vida pública de Jesús (III-XXV). Se presentan algunos hechos de su predicación, así como las circunstancias que vienen a demostrar que Jesús, aunque rechazado por el Sanedrín, es el Mesías, a la vez que señalan la verdadera naturaleza del reino de Dios. Esta parte se puede considerar formada por cuatro secciones. La primera comprende la preparación de la vida pública (III, 1 – IV, 11); el ministerio del Precursor; el bautismo de Cristo; el ayuno y las tentaciones de Cristo. La segunda sección nos muestra la actuación de Cristo en Galilea (IV, 12 – XVIII, 35): los comienzos de su actividad pública (IV, 12-25); el sermón de la Montaña (V, 1 – VII, 29); los milagros de Cristo (VIII, 1-IX, 34); Cristo, Maestro de los Apóstoles (IX, 35-X, 42); Jesús contra la infidelidad de los judíos y contra los fariseos (XI-XII); Cristo expone mediante parábolas la naturaleza del reino de los cielos (XIII); Jesús confirma la fe de los suyos con nuevos milagros, y desata nuevamente la envidia de los fariseos (XIV, 1- XVI, 12); Cristo confiere el primado a San Pedro, aparece transfigurado sobre el monte Tabor e instruye a los discípulos (XVI, 13 – XVIII, 35).
En la tercera sección (XIX-XX), Cristo marcha a Jerusalén, imparte nuevas enseñanzas a sus discípulos, reprocha la incredulidad de los judíos, anuncia su pasión y su muerte. En la cuarta sección Cristo entra como rey en Jerusalén (XXI, 1-17), disputa con los fariseos y los escribas, señala al pueblo sus vicios (XXI, 18-XXIII, 39) y habla del destino final del hombre (XXIV-XXV). Finalmente, la parte tercera relata la pasión y el triunfo de Cristo (XXVI-XXVII): los preparativos de la Pasión; la Pasión y muerte de Jesús; su glorificación, resurrección y apariciones. El resumen de las partes propias de San Mateo, es el siguiente: Primera parte: San José es persuadido por los ángeles para que tome como mujer a María, la cual ha concebido por obra del Espíritu Santo (I, 18-25); adoración de los Magos (II, 1- 12); huida a Egipto (II, 13-18); regreso de Egipto (II, 18-23). Segunda parte: Jesús, se dirige a Cafarnaum (IV, 13-17); sermón de la Montaña (V, 13-37 – VI, 1-34 – VII, 7-12); las almas fieles son atraídas por Cristo vj(IX, 25-30); parábola del buen sembrador y de la cizaña (XIII, 24-30) y explicación de est parábola (XIII, 36-43), parábola del tesoro enterrado y de la perla (XIII, 44-46); parábola de la red tendida en el mar (XIII, 47- 53); curación de dos ciegos y de un mudo (IX, 27-34); instrucciones a los Apóstoles (X, 16-23); concesión de la primacía a Pedro, por su explícita confesión (XVII, 17- 19); la dracma en la boca del pez (XVII, 23-27); consejos particulares (XVIII, 10-35); parábola de los dos hijos enviados a la viña (XXI, 28-32); parábola del banquete nupcial (XXII, 1-4); parábola de las diez vírgenes (XXV, 1-13); parábola de los talentos (XXV, 14-30); profecía escatológica (XXV, 31-46).
Tercera parte: la guardia en el sepulcro (XXVII, 62-66); el ángel levanta la losa del sepulcro (XXVIII, 2-4); Jesús resucitado se aparece a las mujeres (XXVIII, 9-11); soborno de los guardianes (XXVIII, 11-15); aparición en el monte de Galilea (XVIII, 16-20). La obra comienza con una especie de introducción: la genealogía de Jesús. Inmediatamente después empieza el relato evangélico. La conexión entre las diversas partes se realiza mediante procedimientos muy elementales, y, a veces, resumiendo lo que anteriormente se ha dicho: «tal era la genealogía de Jesús» (I, 18); «Habiendo nacido Jesús en Belén» (II, 1), etcétera; otras veces con indicaciones cronológicas muy imprecisas: «En aquellos días» (III, 1), «En aquel tiempo» (XII, 1), «y sucedió que cuando Jesús terminó aquel sermón» (VII, 28), etc. El relato de San Mateo no constituye una biografía histórica de Jesús, como tampoco lo son las narraciones de los demás evangelistas. San Mateo reúne y enlaza las palabras y hechos de Jesús, que fueron pronunciadas o acaecieron en circunstancias diversas. Sobre todo, la predicación de Jesús, las parábolas (en número de ocho), las máximas y los discursos mantienen esta estrecha unión.
Ha sido posible concretar en San Mateo una distribución de los relatos y máximas en tríadas y septenarios. La tentación tiene tres episodios. Jesús reza por tres veces en Getsemaní. El número siete es el de las virtudes, las peticiones del Padre Nuestro, las parábolas del capítulo XIII, las maldiciones del capítulo XIII; también se recomienda perdonar setenta veces siete (XVIII, 22). En conjunto puede decirse que si San Mateo ofrece algunas características, éstas no le alejan, como a otros escritores sagrados, de la lengua clásica. El título, «Evangelio, según Mateo, o de Mateo», si bien no es debido al mismo autor, se remonta al siglo II, casi a los tiempos apostólicos. Que la preposición «xuzd» tenga valor de genitivo e indique el autor, viene plausiblemente sugerido por los Padres apostólicos Papías, San Ireneo y San Panteno, etc. El vocabulario del primer Evangelio, con respecto al de San Marcos, contiene menor proporción de elementos que no se encuentran en la lengua clásica ni en los escritores.
En cambio, el narrador se muestra completamente extraño a la formación clásica, habituado a la lectura de la Biblia griega, de la que adopta la especial fraseología. Largos discursos rompen la monotonía de la narración. Entre ellos es celebérrimo el «Sermón de la Montaña», tan elevado de contenido como penetrado de verdadera poesía. Asimismo, la invectiva contra los fariseos recuerda el apasionamiento de algunos fragmentos proféticos de Isaías. Las numerosas máximas confieren una originalidad característica al Evangelio de San Mateo.
G. Boson