Con este nombre suelen designar los investigadores la recopilación de las numerosísimas cartas en idioma neoasirio, que se remontan a la última época del imperio asirio y fueron halladas en las ruinas de las antiguas ciudades de Asiria; son tanto cartas privadas como cartas escritas por el rey o por gobernadores o dirigidas a éstos.
El idioma- no es en las cartas el típicamente literario, sino más bien el de la lengua hablada, por el Renacimiento- Convertido en «tribuno augusto», clama por la «salute e la pace deirintiera sacra Italia» [«la salud y la paz de toda la sagrada Italia»]; anuncia e intima a próximos y lejanos el mensaje de Roma, capital del mundo y fundamento de la fe cristiana, de la libertad romana restituida a todas las ciudades y pueblos de Italia; reclama para el pueblo romano y toda la «sacra Italia» la elección imperial y la jurisdicción de todo el imperio; veda a los poderosos la entrada en Italia con gentes armadas, sin permiso del Papa o del pueblo romano; condena el uso de los nombres de «güelfos y gibelinos»; invita a las ciudades y a los poderosos de Italia a renovar la antigua unión con Roma y proceder a la elección de un emperador italiano; expone su programa de un régimen bondadoso y pacífico; declara que el viaje a Roma se ha hecho seguro y pide que se envíen delegados competentes para tratar en el Sínodo Romano de los problemas concernientes al «buen estado»; y exhorta y conforta a todos para que tengan buen ánimo y den gracias a Dios por el gran beneficio de «un estado pacífico y justo».
Perdido el favor de la Iglesia, procesado en Praga y condenado por hereje, en su larga prisión (1350-1353) enriquece el epistolario con notas más humanas y espirituales; escribe al rey y al arzobispo de Praga, al abad de Sant’Angelo en Roma, al canciller de Roma; conforta a amigos y parientes, dirige su pensamiento a su mujer y a sus hijos y dicta sus últimas voluntades; condena su pasada vanidad pero defiende su obra y su ortodoxia; lanza invectivas contra la Iglesia y exalta la misión imperial, con tono y estilo, ya oscuramente proféticos y doctrinales, ya revestidos de brillantes adornos humanistas. El epistolario nos conserva la polícroma figura del tribuno, del desterrado, del prisionero, del senador, a quien Petrarca rindió el gran homenaje de sus versos, a más de una rica lo que han conservado formas y locuciones gramaticales que no se encuentran en las obras literarias.
En la literatura paleo mesopotámica es también famoso el epistolario paleo babilónico que arroja mucha luz sobre las condiciones de la civilización del Valle de los Dos Ríos en tiempos de la primera dinastía de Babel, la dinastía cuyo principal representante fue el rey Hammurabi. Recientemente han aparecido numerosas cartas del reino de Mari sobre el Éufrates medio, que datan del mismo período. Tenemos una edición de Harper del epistolario asirio, Assyrian and Babylonian letters (Chicago, 1902).
G. Furlani