[Saggi sopra il Petrarca]. Ensayos críticos publicados en inglés en una edición de tirada reducida en 1821, en una segunda edición para el público en 1823, y en la traducción italiana de Camillo Ugoni en 1824. Los cuatro ensayos («Ensayo sobre el amor de Petrarca», «Ensayo sobre la poesía de Petrarca», «Ensayo sobre el carácter de Petrarca», «Paralelo entre Dante y Petrarca»), van seguidos por 7 apéndices y constituyen la más afortunada y literariamente más feliz de las obras de Foscolo crítico; aún en nuestros días, su lectura es muy útil a todo aquel que quiera acercarse a la poesía de Petrarca.
El autor — con una libertad que no se convierte en desorden como otras veces, y sin la tensión que nos muestran otras de sus obras —, trata del hombre y del poeta, del enamorado y del político; le asiste una amplia erudición, un exquisito gusto poético, y, especialmente, su experiencia de poeta y de hombre que le hace reconocer en Petrarca a un hermano, y a poner de manifiesto en el poeta estudiado, entre otras cosas, la insaciabilidad del artífice, la necesidad de afectos, la perpetua inquietud, la tristeza «de no tener otra patria que la tierra del exilio», todas ellas características también del espíritu de Foscolo. Las observaciones psicológicas alternan con observaciones artísticas, como aquellas en que hace notar las imitaciones clásicas y bíblicas de Petrarca, y el acento de novedad que, en manos de este poeta, adquieren los pasajes imitados; estas observaciones son aún dignas de meditarse.
Pero donde mejor se funden la crítica psicológica y la crítica artística es en el último de los ensayos, «Paralelo entre Dante y Petrarca»; aquí, en vez de sacrificar a uno de los dos poetas o de determinar sus respectivos méritos, según la costumbre de los autores de paralelos similares, el autor trata de establecer la individualidad característica y única de cada uno de ellos, tal como aparecen en sus actitudes prácticas y en sus obras poéticas, mejor dicho, en cada acento de sus obras poéticas; «Una simple idea, un mismo idioma vulgar, adquieren distinto color y diverso espíritu a través de sus plumas». El ensayo no es más que el desarrollo del pensamiento expresado en el epígrafe: «Uno, dispuesto a sufrir; el otro, a hacer», y resulta un magnífico comentario de la figura de Dante — el poeta del «hacer» y de la voluntad imperturbable —, y de Petrarca — el poeta del «sufrir», de la aflicción delicada: dos figuras que casi eran el reflejo del mismo espíritu de Foscolo, de las dos almas que se agitaban en su interior y que se habían reconciliado en su gran poesía, elegiaca y heroica.
M. Fubini
Crítica psicológica, que si no parece tener hoy mucha importancia, por la superficialidad de su contenido, continúa siendo valiosa por su tendencia a fijarse más en el hombre que en el escritor, en las cosas más que en Las formas, y en la vida interior más que en el mecanismo externo. Para esta reintegración de una conciencia o de un modo interior se identificaron el poeta, el profesor y el crítico. Nadie le puede negar esta gloria. Es el centro en el que convergen todas sus facultades, y le proporciona una fisonomía. (De Sanctis)
Su experiencia poética, que le permitía llegar hasta la esencia de las cosas, le hizo descubrir, aunque no tuviera de ello una lúcida conciencia, los temas de la crítica moderna. Sus juicios sobre los poetas continúan siendo fundamentales para todos los que quieran conocer los avatares críticos de un escritor. Ni sus grandes contemporáneos, ni el mismo Leopardi, ni Manzoni (que era más expeditivo y menos sensible) emitieron juicios que se puedan comparar por su vigorosa penetración con la mayor parte de los suyos. (F. Flora)