[Essays in Radical Empiricism]. Serie de artículos y comunicaciones redactados entre 1904 y 1905 y publicados en un volumen en Londres, en 1912, porque en realidad constituyen un tratado orgánico del empirismo radical que a James, en el último período de su vida, le parecía más importante que el Pragmatismo (v.), del cual es tenido por fundador y máximo exponente; James fue inducido a profundizar este empirismo hasta sus extremas consecuencias, considerándolo como un desarrollo ulterior del método pragmático y operando una «radicalización» de él. El empirismo de Locke, Berkeley, Hume y de los positivistas admitía que los datos de la sensación constituyen todo el contenido de nuestro conocimiento, pero que las «relaciones» entre los diversos hechos sensoriales (relación de causa, de antes y después, de posición, etc.) no son percibidos directamente, sino que son debidos, en cierto modo, a la actividad de nuestro pensamiento que combina diversamente los datos sensoriales.
Ahora bien: el empirismo «radical» sostiene que también las relaciones entre los datos sensoriales (por ejemplo, la -, posición respectiva entre un libro y la mesa sobre la cual está colocado) son percibidas directamente; son pura sensación inmediata, como el libro y la mesa. De este modo, nuestro conocimiento es un puro sucederse de sensaciones, un fluir de la conciencia de una sensación a otra. Pero tampoco la «conciencia» es una actividad específica; no es ella la que «hace conscientes» las cosas que están a nuestro alrededor; la ilusión de la existencia de una conciencia, de un yo que recibe las sensaciones, surge del hecho de que las sensaciones, en vez de estar aisladas se presentan en sucesión, en relación (directamente perceptible) una con otra, y por lo tanto dan la impresión de constituir una unidad, de ser un todo; y es precisamente este conjunto de sensaciones ligadas unas con otras lo que se nos presenta como «conciencia».
Pero no hay ninguna necesidad de suponer este dualismo: de una parte, las diversas sensaciones, y de otra, una «conciencia» que las capta. Tampoco el hecho de que los hombres puedan tener las mismas sensaciones demuestra que haya dos conciencias distintas: demuestra únicamente que la misma sensación puede entrar a formar parte de dos distintas corrientes de sensaciones, de lo que erróneamente se considera como el flujo de dos «conciencias» distintas. En suma, el empirismo radical, al sostener que solamente las cosas determinables experimentalmente pueden ser admitidas como conocimientos reales, es conducido a pensar que el universo con su unidad y los enlaces entre sus elementos, no es una construcción debida a la razón: los diversos hechos empíricos están ya ligados empíricamente entre sí, y la unidad del universo es unidad empírica. Pero si todo lo que existe y conocemos es siempre un hecho de experiencia, ¿cómo y por qué distinguimos entre el hecho exterior y nuestra sensación de él? ¿No hay tal vez una diferencia capital entre ambas cosas, lo cual impone la idea de que existe, por un lado el pensamiento, y por otro los hechos como objetos de él? No, dice James: tomemos por‘ ejemplo el hecho «duro» y la sensación de «duro».
El hecho «duro» está en ciertas relaciones con otros hechos (impenetrabilidad a los demás cuerpos, etc.; la idea o sensación de «duro» no actúa ni interfiere con otras ideas del mismo modo como actúa el hecho «duro» sobre los hechos; podemos, por ejemplo, sentir lo duro junto con lo blando, etc., etc. De manera que la distinción entre hecho y sensación no es distinción entre dos entes de diverso género sino entre dos diversos tipos de coligación del mismo hecho con otros hechos, entre dos «flujos de experiencia» de diversa calidad. Naturalmente, este empirismo radical implica la existencia o la posibilidad de infinitos flujos no coligados entre sí, de infinitos hechos que pueden formar parte de flujos diversos, y que por lo tanto no tienen ninguna íntima unidad. Ya no podremos hablar de un universo como de una cosa unitaria… James se ve, por lo tanto, obligado a la concepción de un universo «pluralista», que expuso unos años después de la serie de ensayos sobre el empirismo radical, en el libro titulado precisamente, Un universo pluralístico (v.).
M. Manlio Rossi