Ensayo sobre las Facultades Intelectuales, Thomas Reid

[Essay on the Intelec­tual Powers]. Esta obra del filósofo escocés publicada en 1785 y completada tres años más tarde con un Ensayo sobre las facultades prácticas [Essay on the Active Poiuers], representa el des­arrollo de la Investigación sobre la mente humana a partir de los principios del senti­do común (v.). En esta última, Reid se había limitado a los cinco sentidos, con­vencido de que el tratado de todas las facultades del espíritu humano era «em­presa superior a la vida de un solo hom­bre». En el Ensayo sobre las facultades intelectuales, en cambio, recoge la materia de su primer trabajo, la refunde y la com­pleta con el tratado de las facultades supe­riores. Según Reid son dos las naturalezas que conocemos: la material y la espiritual.

De ahí la división de la filosofía en filoso­fía de la naturaleza, o física, y filosofía del espíritu, o pneumatología. La primera ha progresado mucho desde hace dos siglos, gracias a los descubrimientos de Galileo, Torricelli, Kepler, Bacon y Newton. La se­gunda, en cambio, mucho menos, pese a contar con inteligencias ilustres como Des­cartes, Malebranche, Arnauld, Locke, Berkeley, Buffier, Hutcheson, Butler, Hume, Prime y Lord Kames. No por ello hay que desesperar: «El genio del hombre llegará algún día a construir una teoría de las fa­cultades del espíritu humano tan sólida­mente fundamentada como la de la luz o del movimiento de los cuerpos celestes». Después de haber tratado de las facultades que debemos a nuestros sentidos y recogien­do, sobre un plano más amplio, un tema ya tratado en la Investigación sobre la mente humana, el autor emprende el estudio de la memoria (con los correspondientes proble­mas de la duración y de la identidad); de la concepción (la formación de los concep­tos); de la abstracción (en los conceptos y en los términos que los expresan); del jui­cio (como medio de expresión de nuestro pensamiento); del razonamiento (con una viva crítica de las ideas de Hume) y por fin del buen gusto (tanto respecto a las co­sas de la naturaleza como a las del arte).

Todo el tratado tiene por base la teoría del «sentido común» (que se convertirá más tarde en la característica principal de toda la escuela escocesa de filosofía, de la que Reid fue el fundador), según la cual hay creencias connaturales en nosotros,, que responden tanto al sentido común y son tan evidentes que es una locura sólo el discutirlas. En el Ensayo sobre las facultades prácticas se tratan, en cambio, los proble­mas de la voluntad y de la moral, basándose siempre en el sentido común, que nos asegura nuestra íntima libertad, y en la distinción rigurosa entre el bien y el mal morales. Reid se había preparado larga­mente para estos trabajos (que aparecie­ron cuando tenía respectivamente 75 y 78 años), primero con una serie de cursos en la universidad de Glasgow y después con once años de completo retiro, durante los cuales emprendió su recopilación. Am­bos libros tienen menor lozanía que la In­vestigación sobre la mente humana, pero en conjunto representan un tratado más complejo y armónico de las facultades del hombre, pues, en el cuadro de conjunto, las diversas relaciones que aparecen reciben mayor relieve, con enorme ventaja para el conocimiento de cada una.

El tono gene­ral es el mismo de la Investigación: entre descriptivo y clasificatorio, entre experi­mental y apriorístico, aunque a menudo ambas cosas no quedan bien fundidas. Estos dos ensayos, junto con la Investigación y un Ensayo sobre la cantidad, de 1784, cons­tituyeron una especie de Biblia de la escue­la escocesa. Y su último representante, Sir William Hamilton, se ocupó de su reedi­ción en una obra monumental (Works of Dr. Thomas Reid), terminada por Henry Longueville Mansel.

S. Dell´Oro