[Essay on the Intelectual Powers]. Esta obra del filósofo escocés publicada en 1785 y completada tres años más tarde con un Ensayo sobre las facultades prácticas [Essay on the Active Poiuers], representa el desarrollo de la Investigación sobre la mente humana a partir de los principios del sentido común (v.). En esta última, Reid se había limitado a los cinco sentidos, convencido de que el tratado de todas las facultades del espíritu humano era «empresa superior a la vida de un solo hombre». En el Ensayo sobre las facultades intelectuales, en cambio, recoge la materia de su primer trabajo, la refunde y la completa con el tratado de las facultades superiores. Según Reid son dos las naturalezas que conocemos: la material y la espiritual.
De ahí la división de la filosofía en filosofía de la naturaleza, o física, y filosofía del espíritu, o pneumatología. La primera ha progresado mucho desde hace dos siglos, gracias a los descubrimientos de Galileo, Torricelli, Kepler, Bacon y Newton. La segunda, en cambio, mucho menos, pese a contar con inteligencias ilustres como Descartes, Malebranche, Arnauld, Locke, Berkeley, Buffier, Hutcheson, Butler, Hume, Prime y Lord Kames. No por ello hay que desesperar: «El genio del hombre llegará algún día a construir una teoría de las facultades del espíritu humano tan sólidamente fundamentada como la de la luz o del movimiento de los cuerpos celestes». Después de haber tratado de las facultades que debemos a nuestros sentidos y recogiendo, sobre un plano más amplio, un tema ya tratado en la Investigación sobre la mente humana, el autor emprende el estudio de la memoria (con los correspondientes problemas de la duración y de la identidad); de la concepción (la formación de los conceptos); de la abstracción (en los conceptos y en los términos que los expresan); del juicio (como medio de expresión de nuestro pensamiento); del razonamiento (con una viva crítica de las ideas de Hume) y por fin del buen gusto (tanto respecto a las cosas de la naturaleza como a las del arte).
Todo el tratado tiene por base la teoría del «sentido común» (que se convertirá más tarde en la característica principal de toda la escuela escocesa de filosofía, de la que Reid fue el fundador), según la cual hay creencias connaturales en nosotros,, que responden tanto al sentido común y son tan evidentes que es una locura sólo el discutirlas. En el Ensayo sobre las facultades prácticas se tratan, en cambio, los problemas de la voluntad y de la moral, basándose siempre en el sentido común, que nos asegura nuestra íntima libertad, y en la distinción rigurosa entre el bien y el mal morales. Reid se había preparado largamente para estos trabajos (que aparecieron cuando tenía respectivamente 75 y 78 años), primero con una serie de cursos en la universidad de Glasgow y después con once años de completo retiro, durante los cuales emprendió su recopilación. Ambos libros tienen menor lozanía que la Investigación sobre la mente humana, pero en conjunto representan un tratado más complejo y armónico de las facultades del hombre, pues, en el cuadro de conjunto, las diversas relaciones que aparecen reciben mayor relieve, con enorme ventaja para el conocimiento de cada una.
El tono general es el mismo de la Investigación: entre descriptivo y clasificatorio, entre experimental y apriorístico, aunque a menudo ambas cosas no quedan bien fundidas. Estos dos ensayos, junto con la Investigación y un Ensayo sobre la cantidad, de 1784, constituyeron una especie de Biblia de la escuela escocesa. Y su último representante, Sir William Hamilton, se ocupó de su reedición en una obra monumental (Works of Dr. Thomas Reid), terminada por Henry Longueville Mansel.
S. Dell´Oro