[The Oíd Bachelor]. Comedia en cinco actos del escritor inglés William Congreve (1670-1729), estrenada en 1693. La excesiva suerte que el libertino Vainlove tiene con las mujeres, a menudo le pone en apuros; al principio de la comedia le encontramos en efecto preocupado porque no sabe de qué manera liberarse de su amante Silvia y cortejar a la heredera Araminta; además Leticia, mujer del banquero Fondlewife, le invita a ir a su casa por la noche haciéndose pasar por el pastor presbiteriano Spintex.
Afortunadamente encuentra a su amigo Bellmour, libertino igual que él, cortejador de Belinda, prima de Araminta, que acepta sustituirle en casa de Leticia. Mientras Silvia, al ver que son inútiles sus llantos y amenazas, conociendo que Vainlove se cansa de las mujeres en cuanto las tiene, le envía por medio de su doncella Lucía una falsa carta de Araminta en la que ésta declara estar apasionadamente enamorada de él; en efecto, Vainlove, por un momento, se sorprende y disgusta, pero pronto descubre el truco y a Silvia no le queda más remedio que tratar de enredar al viejo solterón Heart- well; éste, a pesar de ser enemigo del sexo femenino, no tarda en caer en las redes de la astuta mujercita y, convencido de que no hay otro medio para obtener sus favores, decide casarse con ella. Para celebrar urgentemente el matrimonio llaman precisamente a Bellmour que, disfrazado de eclesiástico, está de vuelta de la reunión en casa de Leticia. Bellmour simula celebrar la boda, y solamente cuando se desespera Heartwell, al conocer el verdadero ser de Silvia, le revela que el matrimonio no es válido y el anciano, aliviado y feliz, promete que morirá solterón. Para consolar a Silvia, Bellmour le promete que le procurará otro marido y en efecto, aprovechando la tontería de sir Joseph Wittol y de su amigo el capitán Bluff, fanfarrón de corazón de conejo, que quieren raptar a Araminta y Belinda, los hace casar en cambio, con un truco, con Silvia y su doncella Lucía.
Araminta decide por fin aceptar la mano de Vainlove y Belinda la de Bellmour, concluyendo la comedia con general satisfacción. En esta su primera obra juvenil, Congreve sigue de cerca los modelos de Ben Jonson, y sus personajes — a menudo sencillas caricaturas — son más bien «humores» que criaturas vivas; sin embargo ya se manifiestan, en la vivacidad de los diálogos y en la gracia de las salidas, aquellas dotes de elegancia y estilo que harán de él el mayor exponente de la comedia de la Restauración. Congreve acusa una franca influencia de Moliére.
A.P. Marchesini
Cuando escribí esta comedia casi no pensaba en su representación; mejor dicho, la escribí para divertirme durante la lenta convalecencia de una enfermedad. Más tarde la enseñé a alguien y al poco tiempo llegaba a la escena; y yo, muy a pesar mío, me encontré metido en un lío y empeñado en una perpetua lucha con los sinvergüenzas y los tontos. (Congreve)
Está compuesta de diálogos extremadamente elaborados y con ambición de espíritu… Es una de aquellas comedias que puede construir una mente poderosa y aguda, enriqueciéndola con figuras cómicas sacadas de la lectura atenta de otros poetas, sin tener su autor una verdadera experiencia directa de la humanidad. (Johnson)