[Der Heilige]. Novela histórica del suizo Conrad Ferdinand Meyer (1825-1898), publicada en 1879 en la «Deutsche Rundschau».
La acción se desarrolla durante la época de la conquista de Inglaterra por los normandos. El narrador es Hans el arquero, rudo hombre de armas, el cual, tras haber vivido en contacto con Enrique II Plantagenet, llegando a ser criado y confidente de aquel rey generoso y violento, retorna a su país suevo. Una noche, en Zurich, mientras es huésped del canónigo de la catedral, y las campanas anuncian la canonización de Tomás de Canterbury, el canónigo, al saber que él había conocido al Santo, le invita a contar la extraordinaria historia, a la que van ligados los trágicos acontecimientos de que fue testigo en Inglaterra.
Tomás Becket, canciller de Enrique II, merced a su inteligencia superior domina a los cuatro príncipes, a los que él educa y que a su vez le adoran, así como a los belicosos guerreros normandos, terror de los sajones oprimidos. El pálido rostro de Becket, sus ojos negros y profundos, su silencio enigmático, recuerdan su origen, sarraceno a medias. Tiene una hija a la que ama sobre todas las cosas de este mundo y que ha alejado, haciéndola morar en una casa solitaria en las reconditeces del bosque. Un día, el rey pasa por las inmediaciones de la casa escondida, ve a la hermosa doncella y se enamora de ella; ninguna mujer podía resistir el encanto de la viril belleza de Enrique II, quien arrebata la flor exótica de esta juventud. Pero la terrible reina tiene conocimiento de tales amores y manda matar a la muchacha, antes de que el fiel arquero, el suevo Hans, consiga ponerla a salvo. El dolor de Tomás es inmenso, sin llantos ni palabras. Conoce Enrique II entonces la realidad, pero llevado por su ingenuidad de gigante y de niño cree que el silencio del canciller sea una reprobación y un perdón; por su parte, Tomás prepara su venganza. Bien conoce el punto flaco del reino de Inglaterra: un puñado de normandos opresores, por una parte; una enorme masa de sajones oprimidos, por otra. El choque será fatal. Al morir el arzobispo de Canterbury, concede el rey a Tomás el alto cargo de primado.
Y, súbitamente, éste se transforma: viste humildemente, macera su cuerpo con penitencias y ayunos, exalta en el Cristianismo la religión de los oprimidos y abre las puertas de las iglesias a los sajones, que en él ven al nuevo redentor. El rey, atónito, y la misma reina Leonor comienzan a sentir el hechizo de este hombre enigmático; los *hijos, que ya no son dominados y guiados por Tomás, se entregan a la discordia y se odian mutuamente. Por fin, Enrique y sus barones comprenden el peligro que les amenaza: ante sus uñas de acero, la dócil grey de la población sajona está a punto de huir. El 29 de diciembre de 1170, Tomás es asesinado por cuatro caballeros normandos, mientras celebraba la misa en el altar mayor. Pero este crimen provoca la furia del pueblo; el propio Ricardo Corazón de León, hijo del rey, condena a su padre; Enrique, abrumado por los remordimientos, hace que le azoten monjes sobre el sepulcro de Tomás, y esta expiación le atrae el desprecio de los caballeros normandos. De esta forma, Enrique II muere con el presentimiento de que la vieja Inglaterra de los barones normandos, creada sobre los campos de Hastings, debe morir.
La novela de Meyer obtuvo un éxito inmenso, en conformidad, con su admirable valor. Después de minuciosos estudios históricos, mantenidos durante años, actuó el autor «como soberano», según su propia expresión, dominando su materia como verdadero artista. Es una obra maestra de técnica narrativa moderna la presentación del héroe, que primeramente surge en una canción, en una atmósfera fantástica de balada y que paulatinamente va tomando cuerpo en una personalidad singular y vigorosa, cuyo romántico origen oriental aclara las enigmáticas contradicciones.
G. Fornelli