El Sándalo Alado, Henri de Régnier

[La Sandale ailée]. Colección de poesías de Henri de Régnier (1864-1936), publicada en 1906. Es­tá considerada como uno de los libros más significativos del autor, siempre fluctuante entre los movimientos de vanguardia y la tradición. En esta obra, de Régnier deja de lado cuanto había acogido del Simbolis­mo (v.), por lo menos en sus formas su­perficiales y estilísticas, y vuelve al mundo de los parnasianos.

Su inspiración de poeta menor permanece fundamentalmente fiel a aquél, como en «Lámpara» [«Lampe»] el amor de la mujer — Psique con la lám­para, vuelve del Amor menos ingenua, me­nos pura, pero ardiente con toda la llama de la vida—, o como cuando se abandona a magnificar «El estío» [«Éte»], estación viva, cálida, vibrante, en un sentido pánico de la naturaleza y de la carne. El poeta canta después el mito de Pegaso, que se eleva lleno de anhelos y de entusiasmo en el divino «Mediodía» [«Midi»]: en él vibra toda la naturaleza en un milagro de luz. Junto a esta inspiración que se podría de­finir como naturalista y solar, el poeta ma­nifiesta su tendencia más persistente, la tendencia a la languidez y al sentimenta­lismo; fase, por decirlo así, lunar, siempre presente en la nostalgia entre romántica y decadente de muchas de sus novelas (v. El pasado viviente).

Así «En Arcadia» [«En Arcadie»], «Epigrama veneciano» [«Épigramme vénitienne»] y «Watteau» muestra una inspiración más ligera que profunda, ligada a la impresión del momento y una elaboración estilista minuciosa y precisa: la evocación de un mundo de bailes, de lagu­nas y de susurros ofrece a de Régnier la misma paleta que el mundo clásico de los Juegos rústicos y divinos (v.). Todo son pretextos para descripciones y variaciones marginales. Una gama bastante delicada, si bien dispersa, de colores y de ritmos envuelve al lector: se trata de poesías bre­ves y tenues, pero armónicas. En el con­junto de la obra se advierte, sin embargo, un evidente desequilibrio arquitectónico, la falta de una fusión más íntima de todos los elementos, lo cual señala los límites del autor, elegante, alejandrino, de inspiración académica y fácil.

C. Cordié

Nadie tiene ritmos más huidos y persua­sivos, ni más intenso sentimiento de la vida fugaz de las cosas, ni más viva percep­ción de lo eterno en lo efímero. Observa al universo con tranquila melancolía despojada de ilusiones, y la belleza del oropel de la vida le hace perdonar a la vida. (Lanson)

La personalidad poética más completa, más flexible y más variada del movimiento simbolista. (Thibaudet)