[Truculentus]. Comedia que escribió Tito Maccio Plauto (2559-184 a. de C.) en su vejez y que toma su nombre de un personaje secundario, un criado campesino, rudo y regañón.
Tres hombres rivalizan en torno a la hetaira Fronesio: Diniarco, un joven que ha gastado ya todo su patrimonio para satisfacer los deseos de la mujer; Estrabace, un jovencito que ha vivido siempre en el campo, el cual es vecino de la cortesana y va todas las noches a verla y por ella gasta el dinero sustraído a su padre; Estratofane, un soldado babilonio, al que Fronesio le juega una hábil treta. A fin de obligarle a desembolsar grandes cantidades de dinero, simula haber sido hecha madre y logra procurarse un recién nacido que muestra como su propio hijo. El soldado cae en la red y es obligado a pagar para que el niño sea mantenido y educado. Diniarco, entretanto, que por su antigua amistad y por el largo trato con la mujer se ha enterado del embrollo, viene en conocimiento de que el niño es hijo suyo y de una honrada joven que él había violado.
Para reparar la falta decide casarse con ella y que Fronesio le restituya el niño raptado. Habiendo quedado dueños del campo, los otros dos enamorados rivalizan en donativos para llevarse a la mujer, quien, sin escrúpulos y sin amor, procura esquilmar al uno y al otro. Entre estos personajes se interpone luego la figura del siervo Estratulace, que es a quien se refiere el título de la comedia; sobrio, honesto, regañón, quizá representación cómica del contemporáneo Catón el Censor, es obligado, para infundir al personaje un mayor y más intenso sentido del ridículo, a dejarse amansar por la liviana camarera de la cortesana. Aunque no destacándose sobre las demás ni por la intriga ni por los caracteres, esta comedia es uno de los documentos de la madurez del arte plautino. A los acostumbrados personajes, hijos disolutos, soldados jactanciosos, bravucones, cortesanas codiciosas y calculadoras, se une el nuevo tipo del aldeano, desdoblado en el amo y el criado, sobre los que recae el mayor interés, subrayado por haber sido escogido para título de la obra.
Los largos monólogos, con carácter introspectivo y edificante, contrastan con la técnica de las primeras comedias del autor, en las que prevalecía la intriga, quedando a los personajes poco tiempo para reflejar su naturaleza, caracteres y expresiones. Las escenas un tanto desligadas, el desarrollo más bien flojo, el interés preferentemente moral con que es estudiado el ambiente inmoral, son las características de un Plauto viejo, y prenuncian la comedia de costumbres que llevará a cabo Terencio.
F. Della Corte