[La pensée et le mouvant]. Colección publicada en 1924 de ensayos y conferencias de Henri Bergson (1859-1941) que fueron escritos entre 1903 y 1923. Existe, sin embargo, una profunda unidad en este volumen, que trata casi en su totalidad del método filosófico, tal. como éste era entendido por Bergson.
El prólogo nos indica; que la obra debe considerarse como el complemento de La energía espiritual (v.). Bergson se rebela en primer lugar contra la imprecisión, que fue el atributo de todos los sistemas filosóficos anteriores. E interrogándose sobre las razones de este estado de hecho, profundiza en el estudio de la noción de Tiempo. Hay, hace notar el autor, una radical originalidad del tiempo que escapa a las matemáticas. Jamás la medida del tiempo conduce a la duración, en cuanto duración. La ciencia elimina, con razón, la noción de duración, que le es por completo extraña. Este desconocimiento de la duración pura entre los filósofos es inexcusable; pero se explica por la influencia del lenguaje: los términos que designan el tiempo están tomados del vocabulario del espacio, y por esta razón el tiempo mensurable de que nos hablan no nos permite alcanzar jamás la duración pura.
La metafísica ha fracasado en sus intentos de explicación, porque no llegó a ver que empobrecía la experiencia al intentar sobrepasarla. La metafísica debe restituir al tiempo su duración, al movimiento su movilidad, al cambio su fluidez. Y los problemas que ahora creemos eternos encontrarán entonces su solución, es decir, tendremos ocasión de percatarnos de que se trataba de pseudoproblemas (Bergson da un análisis mucho más detallado en el capítulo V, que se compone de dos conferencias pronunciadas en Oxford en 1911). Aparece, pues, claramente, que el punto de partida de la filosofía bergsoniana fue el buscar, más allá de nuestra representación habitual del tiempo marcada por la significación abstracta que le confiere el lenguaje, la revelación de la verdadera duración; sólo a este precio se volverá a encontrar la precisión indispensable en el método filosófico, descartando los conceptos ya formados e inadecuados para la experiencia pura, buscando una visión de lo real.
El único método posible en filosofía será la intuición, entendida en el sentido de visión directa del espíritu por el espíritu. Es ella, y sólo ella, la única que podrá captar la prolongación ininterrumpida del pasado en un presente que apunta hacia el porvenir. Esta intuición será intuición de nosotros mismos, pero también de las demás conciencias, e incluso de lo vital en general. La metafísica será el estudio del espíritu por medio de la intuición y dejará para la ciencia el profundizar en la materia por la sola fuerza de la inteligencia. Dicho de otro modo, Ciencia y Metafísica, teniendo un dominio distinto, deberán tener un método diferente, y tanto una como otra tendrán un valor equivalente para alcanzar el conocimiento de uno de los aspectos de lo real.
Es así como, lejos de excluirse, se complementarán. Volvemos a encontrar esta idea en el capítulo IV, donde Bergson trata de la intuición filosófica. Este capítulo se toma de una conferencia pronunciada en Bolonia en 1911. De nuevo la hallaremos asimismo en el capítulo VI, que no es otro que aquella «Introducción a la Metafísica» aparecida en 1903 en la «Revue de Métaphysique et de Morale» y que contiene ya la toma de posición de Bergson ante la ciencia y la metafísica, y también un profundo estudio en torno a la duración real. Bergson se defiende de haber querido combatir la ciencia. Él no atacó más que a cierta falsa ciencia, del mismo modo que sus invectivas no fueron lanzadas tanto contra la inteligencia cuanto contra un verbalismo engañoso.
El método filosófico requiere del espíritu un esfuerzo constantemente renovado y no puede contenerse en fórmulas hechas que sustituyan a las cosas para ahorrar el esfuerzo de profundizar en ellas. El tercer capítulo del libro trata de lo posible y de lo real, y permite a Bergson dar un ejemplo de estos falsos problemas que jamás cesó de combatir. Demostrando que lo posible no es preexistente a lo real sino que es el espejismo del presente en el pasado, Bergson hace desaparecer el clásico problema de la libertad: un poder ilimitado se ofrece a la libertad si se ve bien que es ella quien crea lo posible, y que éste no puede, pues, en ningún momento, ser calculable y previsible. El libro contiene finalmente una conferencia sobre Claude Bernard, una rápida exposición de la filosofía de William James y un artículo sobre la vida y la obra de Ravaisson.