Novela del escritor venezolano Rufino Blanco-Fombona (1874-1944). Este autor, que llevó una intensa vida de aventuras, a juzgar por sus Memorias, fue un excelente escritor. Dejó, además de varias colecciones de cuentos, algunas novelas que figuran entre las más notables de la literatura de la América española. Su obra maestra es El hombre de hierro, que apareció en 1905.
El hombre de hierro es el sobrenombre que el patrón, un comerciante sin escrúpulos, da al héroe de la narración, Crispín Luz, empleado modelo, cuya vida se nos cuenta al modo de Balzac. El autor traza de manera viva y ágil la vida de la pequeña burguesía venezolana. Crispín Luz pertenece a una familia acomodada. Ha perdido al padre en edad muy temprana y corresponde a la viuda, Doña Felipa, mujer tan enérgica como avara, la tarea de educar a los hijos. Ella no tiene debilidad alguna por ninguno de ellos, excepto por Ramón, un incapaz que la arrastra a pésimas inversiones. El resultado de todo ello es que la fortuna indivisa de los Luz se pierde y pasa por entero a las manos de Perrin, un extranjero de quien Crispín es empleado modelo. Crispín se casa con una joven que le engaña con el primer advenedizo, porque ella no ha llegado todavía a amarle, porque se aburre y porque la madre y la hermana de su marido le hacen la vida imposible. María, abandonada a su vez, da a luz un hijo deforme, y Crispín muere de tuberculosis.
Todos estos personajes son evocados con esa cierta amargura vengadora que caracteriza la obra de Blanco- Fombona. A este Hombre de hierro, que en verdad no es más que un hombre de gelatina, el autor opondrá, sin embargo, más tarde, una novela titulada El hombre de oro (v.), en el que puede verse al avaro libre de toda traba moral, que sabe triunfar de todas las dificultades de la vida.