Matías Pascal, habiéndose alejado de su familia tras una disputa, llega a Montecarlo, donde gana una notable suma de dinero en el juego. Por una crónica de prensa se entera de que ha sido encontrado el cadáver de un desconocido suicida, el cual ha sido tomado por él: oficialmente, pues, Matías está muerto, y se aprovecha de ello para escapar de la vida social.
Pero la sociedad, incluso cuando él se ha convertido en Adriano Meis, irremediablemente le tiende en torno sus inevitables redes: y cuando Matías descubre que la verdadera identidad es la que confiere el estado civil y que tal como es, prácticamente, no existe —no puede hacer una denuncia, no puede casarse—, se desilusiona y decide simular un segundo suicidio, el de Adriano Meis, y hacer saber la verdad a sus conciudadanos. Pero al volver a su casa se da cuenta de que su mujer, casada en segundas nupcias y con otros hijos, no puede volver con él. No le queda más que su viejo empleo en la polvorienta biblioteca de la ciudad, donde dispondrá de tiempo para evocar, como protagonista y narrador, su singular peripecia vital.