El Cortejo del Pastor, Harriet Beecher Stowe

[The Minister’s Wooing]. Novela de la norteame­ricana Harriet Beecher Stowe (1812-1896), publicada por entregas en el «Atlantic Monthly» en 1858, y más tarde en volumen en Boston y Nueva York en 1859.

La es­cena tiene lugar en Newport, ciudad de mar de la Nueva Inglaterra, a finales del siglo XVIII. La popular autora de La caba­ña del tío Tom (v.) trata aquí una materia que conocía mucho, es decir, la vida y el ambiente de la Nueva Inglaterra en la épo­ca de la generación inmediatamente ante­rior a la suya. Por esto, el relato rebosa vivacidad, abunda en sutiles observaciones sobre los tipos y los ambientes, y consigue evocar con bastante exactitud la atmósfera de un mundo muy lejano y distinto del de hoy. El estricto puritanismo del ambiente, la pasión por el análisis y la disertación teológica y moralista constituyen la sus­tancia general de la obra; sustancia que, es preciso añadir, encuentra en la autora una interpretación a veces afectuosa, a ve­ces divertida o francamente crítica. La te­sis de la autora, sobrentendida, más bien que explícita, y desde luego nunca mos­trada a propósito, parece ser ésta: que toda verdad moral y teológica pierde valor de no estar sostenida por un gran calor de caridad humana. La vicisitud de la novela es por sí misma muy escasa, y su interés está sobre todo en la viveza de las figuras y de la notable variedad de los personajes secundarios, todos dibujados con fácil pron­titud.

El teólogo y pastor puritano Hopkins se enamora, casi sin saberlo, de la joven Mary Scudder; el joven al que ella ama sale para un largo viaje de mar y es dado por muerto; Mary, entonces, por veneración y respeto hacia el predicador, se promete con él; pero el joven regresa y Hopkins, enterándose de la realidad de la situación, se sacrifica liberando a Mary de su prome­sa. Gentilhombres y negreros, propietarios de tierras y hombres políticos, gente de iglesia, criados, esclavos negros: el cuadro es rico en figuras y figuritas bien dibujadas, vivas, y el diálogo es a menudo idiomático o directamente dialectal; más felices son quizá los retratos de mujer. Otro motivo que se desarrolla a través de todo el libro es, también aquí, la polémica sobre la es­clavitud de los negros. La obra tuvo gran éxito, sin alcanzar, a pesar de todo, la di­fusión de La cabaña del tío Tom.

G. Pellizzi