[Il cuore che m’ai dato]. Novela de Fausto María Martini (1886-1931) publicada en 1925. El protagonista de Virginidad insiste en esta novela con su descontento, su incapacidad para vivir felizmente del amor de Elena y de su hijo, poseído ahora por el demonio de los celos. En vano su esposa le tranquiliza y se humilla, y le llama tiernamente a la vida real; Paolo, irritado, cae en feroces manías y llega a vulgares persecuciones contra su esposa. Hasta que, en el drama de su nueva familia, ve reproducido el de sus propios padres. Su padre, Michele, atormentaba a la madre de Paolo, Teresa, y quería apartarla lejos de todo el mundo, hasta de su anciana tía Bárbara, que había sido para ella una madre. Por consejo del médico, Michele se había alejado de su mujer; pero a la breve ausencia que no le proporcionó ningún beneficio, siguió un regreso precipitado, unas pocas horas de serenidad, y después nuevas crisis de celos que terminaron en parálisis cerebral.
En su vida desesperada, Paolo se ve condenado al mismo destino, reconoce «los signos premonitorios de una inevitable carrera hacia el abismo» y advierte que pasa inadvertidamente por las mismas fases del drama, que hace las mismas tentativas para liberarse, que siente las mismas necesidades. Paolo no puede encontrar la ayuda de Dios, en quien no cree; y sólo la experiencia paterna, analizada con angustiosa lucidez, podrá salvarle tal vez de la locura y de la muerte. El autor concluye el libro pidiendo perdón a la querida sombra paterna, si al «sentirla renacer en sí, ha osado evocarla con el secreto propósito de combatir el mismo mal en su corazón marchito». Pero ésta es la conclusión intelectualista de un acontecimiento no transfigurado idealmente y que sólo emociona como estado patológico. La singularidad de este libro se sostiene sólo en el frágil juego de los nervios turbados y de las sensaciones refinadas: colorido y compuesto según ciertos modos que el naturalismo psicológico había introducido en la literatura italiana y el dannunzianismo había elevado a aristocracia espiritual.
G. Marzot
El corazón que me diste tiene una inusitada y original fisonomía. (Tilgher)