Comedia caballeresca de Guillén de Castro (1569-1631) que Juliá considera de su primer período, en el que está unido a la etapa valenciana, que llamamos «prelopista», semejante un tanto al mundo desorbitado y novelesco en que se mueve, por ejemplo, Virués. Siente Castro, en esta etapa, atracción por los temas de libros de caballerías, siendo El Conde d’Irlos (o de Irlos), la obra más lograda, dentro de sus características, superior a otras de la misma tendencia como El cerco de Tremecén o El nacimiento de Montesinos. Debió coincidir con la estancia de Lope en Valencia, por lo que ofrece este ciclo paralelos con comedias del Fénix de análoga tendencia. Debe ser anterior la comedia caballeresca de Cervantes, La casa de los celos (v.). El Conde de Irlos, abundante en aventuras, y diverso en la acción, lentamente poético, da una buena idea de lo que es el primer momento de Castro. Con todo, en los mismos actos (hacia el 1590) logró una obra maestra al acercarse, poderosamente, al mundo mitológico en su impresionante Progne y Filomena. El Conde de Irlos pudo influir en las comedias caballerescas del grupo de Calderón, como las de Cubillo de Aragón y Rojas. Castro se inspira en el largo romance sobre el personaje protagonista.
A. Valbuena Prat