[Cymbalum Mundi]. Obra del francés Bonaventure Despériers (hacia 1498-1544), publicada en 1537. Propiamente, su título es: El címbalo del mundo, en francés, conteniendo cuatro diálogos poéticos bastante antiguos, alegres y divertidos [Cymbalum mundi en frangoys, contenant quatre dialogues poétiques fort antiques, joyeux et facetieux]. Es una sátira alegórica y compleja en torno a las creencias religiosas y a las opiniones de los hombres, que no son más que vanidades y valen lo que el son de un címbalo. Alude bastante directamente a las luchas entre calvinistas y católicos. Ante la intolerancia de los principios religiosos, el autor da a entender, en la seriedad de sus bromas, que a menudo hacen recordar a Rabelais, que puede existir un grupo de discretos filósofos amantes sólo de la verdad y de la vida. En el primer diálogo, Mercurio (v.) dice que le manda Júpiter (v.) para hacer encuadernar un libro. Este libro le es robado en una hostería por dos alegres compadres Byrphanes y Curtalius, los cuales ponen en su lugar el libro de los amoríos de su patrón, Júpiter (algunos han pretendido ver a la persona de Cristo en Mercurio, y a Marta en la de la huéspeda del lugar).
En el segundo diálogo, Mercurio rompe la piedra filosofal para no preocuparse en pensar a quién debía darla, y disemina los trozos entre la arena. La gente se apresura a buscar con afán (alusión satírica a los alquimistas y meta- físicos). Por el tercer diálogo se sabe que el libro robado a Mercurio es nada menos que el de los destinos, y sigue otra pulla satírica dedicada esta vez a los astrólogos y a cuantos presumen de querer conocer el futuro. El cuarto diálogo es un coloquio entre dos perros. En el conjunto de la obra, amenas burlas alternan con profundas concepciones sobre la tolerancia civil y religiosa, y sátiras contra reformadores como Cal- vino, Bucer y Lutero. La obra, atrevidamente satírica, es famosa por esta actitud libertina; y sobre* todo por el agrio juicio acerca de las controversias teológicas, que son bobadas, acerca del hado, por el cual las cosas de la naturaleza y del hombre, después de tantas disputas, quedarán inmutables, y acerca del hombre, que es la mejor afirmación de Dios, es decir, su verdadero poder. Es peligrosa la afirmación de que cada individuo vale en cuanto su fe le salva, dejando de lado la mayor o menor virtud de la religión que profesa. El libro fue presentado como si se tratara de una traducción de un antiguo libro latino hallado en un convento; muy pronto fue perseguido y quemado. He aquí también una prueba de la importancia de la obra en el mundo contemporáneo. En cuanto al estilo, retorcido y rico en alusiones solapadas, puede también recordarse la actitud de otra obra del mismo autor, los Nuevos recreos (v.).
C. Cordié