El Cardenal Lambertini, Alfredo Testoni

[Il cardi­nal Lambertini]. Comedia histórica en cinco actos de Alfredo Testoni (1859-1931), repre­sentada por primera vez en Roma en 1905. La singular figura del cardenal Lambertini, el futuro Benedicto XIV, retratada siguien­do la huella de los documentos de la época, adquiere, con la vivaz interpretación dia­lectal y regionalista, relieve de gran figura histórica; choque, en suma, de dos modos harto activos en Italia: historicismo y municipalismo, donde la hinchazón caracterís­tica del culto italiano por la historia es co­rregida por el realismo inmediato de la tradición dialectal. El prelado, docto sin orgullo, pío sin rigorismo, frugal en su vida, simple en sus maneras, de carácter franco, une a la profundidad de su ingenio la afa­bilidad de su espíritu y, bajo su lenguaje demasiado florido de jovial petroniano, se oculta una humanidad bondadosa e in­dulgente. En torno a él está Bolonia, con sus fiestas, sus poetas galantes y placente­ros, la nobleza corrompida y libertina, el clero ávido y litigante, las jactanciosas mi­licias extranjeras. El cardenal, con su pe­queño estado mayor constituido por el ca­nónigo Peggi y el fiel ayuda de cámara Costanzo, los atiende a todos, pronto a amo­nestar con bondad, a irritarse sinceramente y a proceder, cuando llega el caso, con energía y audacia. ¡Hay que oírle dar con­sejos de coquetería femenina a la mujer de su sobrino, que no es capaz de luchar contra el afecto que su marido siente por una rival sin escrúpulos!

Pero su obra maes­tra es el matrimonió de Cario, hijo de su ayuda de cámara. Es éste un joven apuesto, a quien la mujer del confaloniero Pietramelara tiene en su casa como secretario, la cual, al advertir el amor que ha nacido en­tre el muchacho y su hijastra, hace ence­rrar a la joven en un convento. Cario en­tonces la rapta, exponiéndose a las terribles penas de la Inquisición, y luego se refugia junto a su padre, en casa de Lambertini. El buen cardenal, conmovido ante el amor de los dos jóvenes, no sólo los casa y los pone a salvo, sino que desciende incluso a aliarse con el más cínico y más libertino de los nobles boloñeses, el conde Davia, el cual, junto a la vibrante humanidad de aquel hombre tan distinto a él, siente despertar lo mejor que hay adormecido en el fondo de su espíritu, y se hace responsable de la culpa de .Cario, que a él, dadas sus influen­cias, costará una pena bien leve. La acción termina en 1740, con la partida del carde­nal, acompañado de los mejores deseos de toda la ciudad, para el cónclave, del que saldrá elegido pontífice. La comedia, lle­vada con gran habilidad escénica, vivaz y briosa de diálogo, intercalado de frases dia­lectales, gusta sobre todo por la humanidad y por el tono popular del protagonista, y fue el mayor éxito teatral de Testoni.

E. C. Valla