[Il caporale di settimana]. Comedia en tres actos de Paulo Fambri (1827-1897), representada en diciembre de 1865 y publicada al año siguiente. Un noble joven veneciano, Giovanni, movido por entusiasmo patriótico, abandona su ciudad, aún en manos de los austríacos, y marcha a Piamonte para alistarse, llevando consigo a su criado y gondolero Ba- tocio, quien para obedecer a su señor se hace «voluntario a la fuerza», como él dice. Pero el servicio es duro y Giovanni tiene que someterse a desagradables experiencias, sobre todo cuando le toca ser cabo de semana; ceñudo es el capitán Terremoto, terror de los subordinados; idiotas o malos los compañeros. Entre el teniente Giberna (Cartuchera) y nuestro cabo nacen unos secretos celos por los lindos ojos de Gin (Rosina), hija del cabo Tamburo (Tambor) y de la cantinera; y se llega a una lamentable discusión que hubiera acabado muy mal para Giovanni si el capitán Terremoto, que a fin de cuentas es un buen hombre disfrazado de huraño, después de hacer pasar un mal rato al desgraciado jovencito, culpable de haber ofendido a un superior, no hubiera revelado que precisamente el día anterior a la pelea había sido nombrado alférez y destinado a la escuela de aplicación; por lo tanto, la discusión tuvo lugar entre oficiales.
Todo acaba felizmente, pero el capitán aconseja a Giovanni que tenga siempre presente aquel refrán que llegó a ser luego popular: «Entre militares, el superior tiene siempre razón, y, en especial, cuando no la tiene». Refrán, éste, del que el inferior siempre debe acordarse y el superior nunca. No es ésta la única sentencia notable del capitán, oficial a la Antigua, contrario a las novedades, pero fiel a su deber. Las tonterías del ignorante teniente Giberna, siempre sin dinero, las amenidades del torpe pero generoso Batocio, la vivaz representación de una vida militar considerada con simpatía, pero con cierta ironía, aseguraron el éxito a la comedia. Como escribió Paolo Ferrari en una crítica, la comedia obtuvo distintas definiciones: alguien dijo que era una obra maestra, otro una farsa prolija; y la mayoría, una fotografía, una caricatura; una verdad, una calumnia; una provechosa enseñanza, un peligroso escándalo; una sátira civil, un papelucho. En realidad es de todo un poco. Pero nadie dijo que se tratase de una cosa mediocre.
G. Seregni