El Bravo, James Fenimore Cooper

[The Bravo, a Venetian story]. Novela del norteamericano James Fenimore Cooper (1789-1851), publicada en París en 1831 y reeditada en América en 1832. Constituye la primera parte de una trilogía de novelas históricas de ambiente europeo (El Heidenmaner y El Jefe). La acción de la novela es complicadísima y se desarrolla sobre el fondo de una Venecia convencional: Plaza de San Marco, Palacio Ducal, los Plomos, el Puente de los Sus­piros, amores contrariados, sicarios, espías, doncellas ingenuas, con toda la guardarro­pía correspondiente. El Bravo es un hom­bre de pueblo obligado a convertirse en sicario de la Inquisición del Estado bajo la amenaza de ver ajusticiado a su padre detenido en los Plomos, mísera víctima del despiadado gobierno que rige la suerte de la República. Pero este sicario, aunque mata á sangre fría a las personas que se le indi­can, tiene también un alma capaz de ge­nerosidad y salva a costa de su vida a una noble muchacha destinada a ser la víctima inocente de los intereses políticos y egoís­tas de una noble estirpe. El Bravo en un rapto de generosidad no apuñala al duque Napolitano, de quien está enamorada la joven, sino que favorece su fuga y es al fin castigado con la muerte por la trans­gresión de las órdenes recibidas.

El bravo, que quería ser una hosca representación de los abusos de la oligarquía veneciana y de la Inquisición, en realidad no destaca de las novelas corrientes de Cooper, de las cuales tiene todos los defectos y los pocos méritos. Defectos de precipitación, en la estructura, resuelta a la buena de Dios, sin criterio de composición ni de arte; y en la caracterización de los personajes y del ambiente recreado con una imaginación his­tórica y novelesca aproximativa y arbitra­ria. Todo ello subordinado a la tesis que quería demostrar y al decoro del pinitanismo de la Nueva Inglaterra que había de salvarse a toda costa. La única figura de la novela que tiene cierto relieve y destaca de las puras existencias nominales de las otras, es Gelsomina, la hija del carcelero. Pues todas las mujeres de El Bravo tienen nombres de flores: Violeta, Jazmín, Florinda, y así sucesivamente, y el mismo Bravo, pese a su disfraz veneciano y su tez more­na, recuerda a los indios de las selvas ame­ricanas, héroes epónimos de otras novelas de Cooper. Esta emigración de las orillas de los Grandes Lagos a la Riva degli Schiavoni, cuando apareció la traducción italia­na de la novela (1835), suscitó no pocas críticas y protestas. [Trad. española anó­nima impresa por Bergnes de las Casas (Barcelona, 1834)].

L. Berti