[Ji bordone del la poesía]. Obra de Fernando Agnoletti (1875-1933), publicada en 1930. Junto con Del jardín al Isonzo (v.), es la obra mejor de este escritor reflexivo y elegiaco; está constituida por escritos varios, inspirados en una sencilla visión de la vida, descripción vivísima de pueblos, de campesinos y diarias fatigas, en los que se revela un amor a la tierra formado de idilio y de bondad hacia las obras de los hombres. Una sutil melancolía (entre pascoliana y carducciana, pero no decadente ni amanerada), envuelve la contemplación de la bella Tos- cana, de las colinas y de las callecitas de Florencia, y de la delicada ión de algunos rostros femeninos. Con una sonrisa bonachona (es simbólico el nuevo personaje Calandrino, v., el cual, comprendiendo bien la vida, sufre en sí por los males de los hombres y goza con las alegrías que de todo se desprenden), Agnoletti presenta con gracia las pequeñas bellezas cotidianas que nunca se escapan a los poetas. Basta un recuerdo de amor, una visión del paisaje, la paz de una casa: ésta es la verdadera felicidad. Formado por vivencias impresionistas, regidas por una clara representación de la existencia en lo que tiene de más sentido y verdadero, este libro revela, en el autor, una de las almas más cándidas de la literatura contemporánea; aun en medio de las ásperas polémicas nacionalistas, de que se da testimonio al comienzo de la obra, y de las concisas tendencias artísticas hacia los contemporáneos, Agnoletti supo conservar siempre un corazón de niño, extasiado ante la naturaleza, y ante la sencillez y la bondad de los hombres.
C. Cordié