[Le bachelier de Salamanque]. última novela de Alain-René Lesage (1668-1747). Después del éxito de El Diablo Cojudo (1709) (v.) y de Gil Blas de Santillana (1715-1735) (v.), Lesage vuelve a encajar en un marco pseudo- español ésta su última novela satírica y de aventuras, publicada en 1736 con el título Le bachelier de Salamanque ou les Mémories de Don Chérubin de la Ronda, tirées d’un manuscrit espagnol. Se trata del relato de las andanzas de un joven bachiller español (diplomado en la Universidad) que ejerce la tarea de preceptor. Lesage encuentra aquí ocasión para dirigir su sátira contra las clases dirigentes: alta y pequeña nobleza, clero y burguesía enriquecida. Desde el principio, don Querubín experimenta continuos sinsabores: los padres de su alumno se conducen con él grosera y despectivamente, o se olvidan de pagarle, o bien el propio discípulo, con sus calumnias, hace que le despidan, sin contar con que su atrayente físico le proporciona toda una serie de aventuras galantes de las que sale malparado. Finalmente la protección de una madura dama, que, en principio, pretendía casarse con él, le introduce en las esferas gubernamentales, y de allí sale en misión oficial al extranjero, donde le espera la fortuna. Entonces, sobreviene el encuentro con su hermana doña Francisca, a quien no había vuelto a ver desde su lejana infancia.
Ésta le cuenta sus andanzas de muchacha sin fortuna y sin protección: cómo entró en un convento y fue raptada de él y seducida, cómo logró escapar secretamente de su seductor y convertirse en dama de compañía, cómo los oficios de una alcahueta la llevaron a casarse con un vejestorio, a quien dejó por un joven y apuesto caballero que luego resultó ser un simple cómico, etc…. Una cuantiosa herencia libra al fin a ambos huérfanos de la existencia azarosa y servil. Doña Francisca se casará con su primer seductor, que vanamente la había buscado hasta entonces después de su fuga, y don Querubín, con la mujer a quien ama. Esta intriga picaresca de lances imprevistos, le sirve a Lesage de pretexto para hacernos penetrar en el secreto de los hogares y, tras la brillante fachada de una sociedad que, pese a los nombres españoles, se parece extraordinariamente a la francesa de su tiempo, mostrarnos un sinfín de bajezas e ignominias. El autor, a lo largo del libro, nos informa de las actividades de cuantos viven de esta sociedad sin pertenecer a ella: preceptores, aventureros, celestinas…; un mundillo abigarrado y equívoco, en donde a los que aspiran a prosperar, no les queda otro camino que el de la intriga, para alzarse por encima de su condición. Puede decirse que la obra de Lesage se adelantó en algunas décadas al espíritu de su tiempo, y en ella, con menos violencia, pero con un cinismo apenas disimulado, se encuentra ya el fustigante verbo del Beaumarchais del Barbero de Sevilla (v.).