Comedia musical para coro de cinco voces, sin escenario (la indicación original es: «comedia armónica»), de Orazio Vecchi (1550-1605), ejecutada por primera vez en Módena en 1594, publicada en Venecia en 1597. Su título significa «Doble Parnaso», porque Vecchi, autor tanto de los versos como de la música, piensa poderse atribuir el mérito de una nueva y doble invención: en efecto, dice en su prefacio: «…no habiendo sido intentado, que yo sepa, por otros, y tal vez ni siquiera imaginado, este acoplamiento de comedia y música, será fácil añadirle otras muchas cosas para darle perfección; y yo, en tanto, habré de ser, si no alabado, a lo menos no reprobado por la invención…»; y en el prólogo cantado, el coro anuncia: «Benché siat-usi, o spettatori illustri, / Solo di contemplar tragici aspetti / O comici apparati / In varié guise ornati, / Voi pero non sdegnate / Questa comedia nostra, / Se non di ricca, e vaga scena adorna, / Almen di doppia novitá composta». [«Aunque estéis acostumbrados / oh espectadores ilustres / sólo a contemplar trágicos aspectos / o cómicos aparatos / de varias maneras adornados, / no desdeñéis / esta comedia nuestra, / si no adornada con rica y hermosa escena, / a lo menos compuesta de doble novedad».]
En realidad, no se le puede reconocer a la obra este valor de primacía, ya que casi al mismo tiempo, y tal vez antes de ella, nacían en Italia los primeros auténticos ejemplos de música representada que comprendían la música y el canto. A voz sola y acompañamiento instrumental, de variado estilo desde el trágico al cómico, y además con acción escénica. La singularidad de El amfiparnaso reside, más bien, en la concepción de una comedia musical en estilo madrigalesco, en que la acción es imaginada y no representada (acerca de esto, a pesar de los esfuerzos de diversa interpretación por parte de algunos investigadores modernos, las palabras del mismo prólogo no pueden dar lugar a dudas: «Ma voi sappiat’intanto, / Che questo di cui parlo / Spettacolo, si mira con la mente / Dov’entra per l’orecchie, e non per gl’occhi. / Pero silenzio fate E invece di vedere, hora ascoltate». [«Mas sabed ante todo, / que éste del que ahora hablo / espectáculo, se mira con la mente / a la cual entra por los oídos, y no por los ojos. / Estad, pues, en silencio / y ahora, en lugar de ver, escuchad»]; y donde cada personaje es expresado musicalmente por todo el coro, o a veces por una de las dos secciones en que se divide el coro, de manera que dé la impresión de un diálogo; y sólo en casos muy raros, como al comienzo, inmediatamente después del prólogo, se efectúa el diálogo entre voces solas. El asunto no es más que una mezcla poco hábil de situaciones sacadas del repertorio cómico de la época, con mezcla de bufo y sentimental, y de varias lenguas y dialectos.
Los «amorosos» hablan italiano, el capitán Cardone habla español; Pantalone el dialecto véneto; el doctor Graziano el bolonés, los judíos una especie de jerga de judería, los sirvientes dialectos no precisados. En cuanto a intriga, no se puede hablar de ella; es una sucesión de episodios inconexos y en su mayoría no desarrollados. Pantalone corteja a Ortensia, Lelio ama a la desdeñosa Nina, el doctor Graziano pide y obtiene de Pantalone la promesa de la mano de su hija; Lucio, enamorado de Isabella está convencido equivocadamente de que ella cede a los galanteos del capitán Cardone; intenta suicidarse y es salvado por dos pastorcillos; su matrimonio con la amada cierra la comedia, abundantemente condimentada con chistes e insulsas bufonerías, y la añadidura del episodio del criado Francatrippa, que va a empeñar un diamante a la judería, precisamente en sábado. Lo cierto es que Vecchi fue muy ingenuo al hablar de «doble novedad» y, en lo que se refiere al asunto, el título de Amfiparnaso está fuera de lugar. Queda la música: aquí ya estamos en verdad en otra esfera, aunque se ha exagerado al colocar a Vecchi a la altura de los maestros más eminentes de la polifonía vocal del siglo XVI. Sus principales caracteres son, además de la maestría y espontaneidad del discurso polifónico, cosa que es en cierto modo indicio de la época, una vivaz vis cómica y una lánguida gracia sentimental; dos elementos que en la música hallan el acuerdo que falta en el asunto. Por la primera cualidad mencionada, Vecchi se relaciona con el llamado «madrigal de carácter», del cual también dio una insigne muestra en las Veladas de Siena (v.); por la segunda cualidad se relaciona con el madrigal sentimental, que tanto abundó en el siglo XVI.
Pero esta doble fuente de inspiración, si bien al principio de la ópera es fresca y espontánea (véanse especialmente las dos primeras escenas : el genial comienzo popularizante «O Pierulin dov’estu» y el duetto sentimental «Che volete voi dir»); después, poco a poco, se debilita porque la música sufre el contagio del asunto, y hasta su vivacidad ingeniosa desmaya entre demasiadas bufonerías. Es célebre la escena de los judíos, ciertamente llena de movimiento polifónico y de vivaz comicidad; pero no nos atrevemos a decir que alcance belleza poética. En otra escena, el doctor Graziano parodia en el texto y en la música un madrigal de Cipriano di Rore; parodia que fue tomada por modelo — como en general la estructura de El amfiparnaso — por Adriano Banchieri (v. La locura senil), obra menos compleja que aquélla, pero en compensación más sobria y armoniosa, e incluso más genial.
F. Fano