Digresión sobre los antiguos y los modernos, Bernard Le Bovier de Fontenelle

[Digression sur les anciens et les modernes]. Ensayo publi­cado en 1688 como apéndice a un pequeño volumen de Poesías pastoriles (v.) junto con un Discurso sobre la naturaleza de la égloga. Después de las discusiones en tor­no a la superioridad de lo maravilloso cris­tiano en literatura sobre lo pagano, des­arrollados por Desmarets de Saint-Sorlin, en el Traite pour juger des poetes grecs, latins et français (1670) y por el padre Bouhours con los Entretiens d’Ariste et d’Eugéne (1671), Fontenelle hace sentir el valor de los. modernos.

Ya en 1687 Charles Perrault había leído en la Academia de Ciencias el Siglo de Luis el Grande (v.): en este poema, parangonando la edad de Luis XIV con la de Augusto, hacía sentir la superioridad intelectual de los modernos. De ahí el origen de la intervención de Fon­tenelle en la discusión. La Digresión, parti­cipando en la discusión con ingenio desen­vuelto, adquiere su verdadero carácter si se considera en una tan viva atmósfera de disputas, en las que muy pronto habían de participar Boileau y La Fontaine, sobre todo bajo el vigoroso impulso de la Com­paración entre antiguos y modernos (v.) del mismo Perrault.

En su ensayo Fontenelle empieza con una reflexión polémica y pa­radójica; los árboles que crecían antigua­mente no eran ciertamente mayores que los de su época; así sucede con la humani­dad, que también en el progreso de las cien­cias y de las artes mejora de siglo en si­glo. Si luego pensamos en la superioridad de los tiempos modernos en la física, en las matemáticas, en las ciencias naturales, no es preciso verdaderamente creer en el prejuicio que hace a la civilización mo­derna menos grande que la antigua. Anti­guo y moderno son, por otra parte, expre­siones muy relativas: los latinos, por ejem­plo, eran los modernos respecto a los grie­gos que eran los antiguos.

Esta versatilidad de concepciones preludia en cierto modo con la obrita de Fontenelle la agudeza de la Ilustración e incluso de dichos elementos surgirá el impulso renovador del Roman­ticismo. La polémica, empero, como tantas otras cosas, tiene un defecto originario, pues se basa en el concepto del progreso cientí­fico, extraño al arte. Sea como sea, la Di­gresión cierra el gran período del clasicis­mo en Francia y en Europa e inicia la afir­mación de un nuevo espíritu.

C. Cordié

Fontenelle habla de poesía como podría hacerlo su amigo La Motte, es decir, como un ciego puede hablar de los colores. (Sainte-Beuve).