Apenas se saben otras noticias del autor que las deducidas de la propia obra, es una relación más de las campañas de Carlos V en Alemania durante los años 1546 y 1547, las mismas que reseñan el Comentario (v.) de Ávila Zúñiga y la Historia de Pedro de Sala-zar. Lo que da especial interés a los Diálogos, aparte de ofrecer un nuevo testimonio de aquellos hechos, es, como el título indica, su aporte al conocimiento de la vida militar en su tiempo.
Estaba el autor versado en humanidades y se lamenta de que los pocos españoles que se deciden a historiar sucesos de aquel tipo, lo hacen «en tan baxo estilo y con tan poca doctrina» que, a menudo, ni en la propia España son leídos. Si él escribe, pues, como tantos soldados de aquel tiempo narraron los acontecimientos en que participaban, aspira, además, a hacerlo literariamente. De ahí el empleo de la forma coloquial y de otros recursos amenizantes, que la disposición del diálogo permite.
Con todo, no se busque en la obra elegancia y corrección de escritor. Contra su propósito, la prosa fluye desaliñada y mal construida. Acierta, en cambio, probablemente sin buscarlo, a reflejar la vivacidad de la conversación popular, esmaltada de refranes y animadas pinturas. En el aspecto historiográfico tiene el relato la seguridad y pormenor propios de quien narra los sucesos de que es testigo o actor. La obra fue impresa en Salamanca, 1552; él pasó sus últimos años en Ciudad Rodrigo, donde se supone nació. Dicha primera edición ha sido reproducida (1890) en la colección «Libros de antaño», con prólogo de Fabié.
B. Sánchez Alonso