[De tríplice mínimo et mensura]. Poema filosófico de Giordano Bruno (1548- 1600), publicado en 1891 y perteneciente al grupo de sus obras constructivas. Trata de los elementos de las cosas y se relaciona con el De la mónada (v.), que trata de los números y de las figuras de las composiciones elementales, y con De lo inmenso (v.), que estudia los modos resultantes de las ulteriores agregaciones de semejantes compuestos.
Las tres obras forman el tríptico fundamental de sus tratados latinos. En el De mínimo se intenta establecer las relaciones de la metafísica con la filosofía de la naturaleza, y de la naturaleza con el Ente, basándose en los principios de la nueva cosmología de Copérnico. El esfuerzo dialéctico culmina en la determinación del Ente, que es llamado también Mente: la naturaleza está en realidad difundida en todas las cosas, pero penetrándolo todo se torna razón. La obra está dividida en cinco libros: el primero «Sobre la existencia del mínimo» [«De minimi existentia liber»], discute la cuestión de la existencia de los átomos y combate a los aristotélicos que la niegan; el segundo «Sobre las cualidades del mínimo» [«Contemplationum ex mínimo liber»], estudia las propiedades del mínimo; el tercero, «Sobre el descubrimiento del mínimo» [«De inventione minimi liber»], busca el modo de averiguar el mínimo de las cosas; el cuarto, «Sobre los principios de la medida y de la figura» [«De principio mensurae et figurae liber»], obtiene del mínimo los principios de la medida; el quinto, «Sobre la medida» [«De mensura liber»], saca las consecuencias de los principios expuestos en los anteriores.
Las mínimas realidades, sostiene Bruno, ya sean el alma o sus átomos, son inmortales y por lo tanto es necedad temer la muerte. Las mínimas realidades son las únicas que permanecen en medio de la fluctuación de las cosas, y deben considerarse como idénticas a la realidad máxima, por cuanto son esenciales. En la metafísica el mínimo es la mónada, en la matemática el átomo, elemento indivisible, esferiforme, del mundo corpóreo. Se perciben aquí las reminiscencias de las doctrinas pitagoricoplatónicas sobre los elementos y de las teorías ato- mistas de Demócrito. Lo que constituye la parte más débil y, al mismo tiempo, más sugestiva de esta obra es la peligrosa interferencia entre las consideraciones filosóficas y las matemáticas.
M. Maggi