[Entartung]. Obra alemana de Max Nordau (pseudónimo del judío húngaro Max Simón Sudfeld, 1849- 1923), publicada en 1894. Es, junto con las Mentiras convencionales (v.), la obra más notable de este periodista-escritor y la más representativa de aquel «fin de siglo» contra el que el autor dirige su agresiva crítica y del cual participa, al mismo tiempo, en sus motivos fundamentales: esfuerzo de .un positivismo que trata de elevarse a espiritualismo y, al mismo tiempo, de un no espiritualismo en potencia, que trata de resolver en sí los datos de las ciencias exactas. Nordau, que intenta aplicar al análisis del producto artístico las teorías sobre la degeneración, sostenidas por Morel y por Lombroso, parte de una idea abstracta y no precisamente definida, del «hombre sano» y se sirve de él como medida, para juzgar la producción artística y filosófica del «fin de siglo» y, en particular, los movimientos místicos: prerrafaelistas, simbolistas, parnasianos, el ibsenismo, el wagnerismo, y el nietzscheanismo.
La enfermedad fundamental que, según su diagnosis, aparece en esta vasta búsqueda espiritual, consiste en la debilitación de los centros inhibitorios, y en consecuencia, en la debilitación de la facultad autocrítica, lo que permite la libre expansión, a través de la expresión artística, de los más ciegos instintos del individuo físico: de aquí una dirección antisocial, rebelde a toda tradición, dirigida a la destrucción completa del vivir civil, que junto con la sensualidad y el egoísmo, forma, según el autor, el substrato de las obras de Ibsen, de Wagner, de Tolstoi y de Nietzsche. Como remedio, Nordau propone una liga de todos los hombres de buen sentido y de sanos principios, contra las aberraciones de esta literatura que debe ser desterrada con sus autores. El libro, que hace desfilar casi todo el panorama literario del declinar del siglo, tiene hoy un simple interés de curiosidad. Como elemento vivo, queda de él el sentido de reacción ante la complejidad intelectual, emotiva y sentimental, exasperadamente mezclada, a la que la época había llegado, y la aspiración a volver a los valores elementales y universales en los que el hombre pueda encontrar su paz y serenidad. En cuanto a la contribución de la obra, fundada en una reducción de actos del espíritu a datos patológicos, y sobre una continua valoración de la expresión humana con arreglo a tablas clínicas, queda en el ámbito de un «diletantismo» polémico concreto y de un ingenioso cientificismo.
U. Déttore