De la Generación y Corrupción, Aristóteles

Tratado en dos libros de Aristóteles (384-322 a. de C.); aunque no trata materialmente del mismo tema que la obra Del cielo (v.), debe ser considerado como un complemento de ésta por su probable conexión con la Meteoro­logía (v.). Examinadas y refutadas las teo­rías precedentes, con particular atención las de los atomistas y Empédocles, Aristó­teles define los conceptos de generación y mutación.

La generación es un movimiento que va de lo que es a lo que no es, mien­tras que la mutación es un movimiento que en un mismo sujeto hace variar las cuali­dades y sucederse los contrarios. Pasa lue­go al examen de los conceptos de aumento y disminución, particularmente del prime­ro para referirse después a la doctrina del contacto, de la acción y de la pasión. Se ratifica en la doctrina de la inmovilidad del primer motor y la impasibilidad del primer agente (v. Física). El primer libro se cierra con el estudio del concepto de mezcla, la refutación de sus negadores y la distinción entre mezcla y yuxtaposición. Para que haya mezcla es necesario que las cosas sean homogéneas y en cierto modo proporcionales entre sí. El segundo libro está dedicado por entero, a rebatir a Em­pédocles y su doctrina de los cuatro ele­mentos constitutivos del cosmos (fuego, aire, agua y tierra) y de los cuatro prin­cipios elementales (calor, frío, humedad y sequedad). La permutación de los elemen­tos entre ellos es defendida contra la doc­trina, sostenida por algunos, de la unicidad del elemento base, del cual derivarían los demás. Todas las substancias de la natura­leza derivan de la acción recíproca de los principios contrarios.

Los procesos de gene­ración y corrupción son continuos como el movimiento, y dependen del movimiento de traslación circular del universo; la alter­nancia de la generación y la destrucción es regular, como lo demuestra la duración pe­riódica de todos los seres de la creación. Un orden férreo rige el universo y la suce­sión de las cosas. El libro termina con la teoría de la eternidad de los procesos cósmicos, alcanzando una solemnidad digna de los mejores pasajes de la Física (v.) y de la Metafísica (v.).