[De Statua]. Breve tratado sobre la escultura compuesto probablemente después de 1464. El texto original latino no fue publicado hasta época reciente (Viena, 1877); la primera traducción italiana, de Cosimo Bartoli, aparece en Venecia en 1568.
El autor hace especial referencia al origen del arte plástico, sosteniendo que tuvo sus comienzos en la observación de los troncos u otros cuerpos naturales que de uno u otro modo semejaban objetos o rostros humanos; de ahí pasaron los primeros artífices a retocarlos para representar la imagen lo más perfecta y conforme a la verdad, «por el procedimiento de quitar y poner». Con el progreso del arte fueron luego diferenciándose las distintas técnicas, que el autor reduce a tres: la del que plasma la sustancia blanda como la cera o la greda, añadiendo o restando materia; la propia y verdadera del escultor, que quitando solamente lo superfluo saca de la piedra o del mármol una forma o figura que allí estaba como oculta y en potencia (es la misma definición que dará del arte Miguel Ángel, un siglo más tarde); y por último la del vaciado en metal.
A fin de que las creaciones del escultor lleguen a buen término y aparezcan semejantes a los varios cuerpos que imitan, es preciso que se sigan reglas firmes y seguras, que la razón extrae de la misma naturaleza. Para alcanzar la deseada conformidad con el modelo, existen dos vías o métodos, según el propósito que se tenga: representando por ejemplo la figura humana, para imitarla en sus caracteres típicos y generales, o aspirando, por el contrario, a especificar las diferencias individuales de edad, posturas o costumbres. El primer método —la «dimensio» o medida—, sirviéndose del listel o filete y de la escuadra, establece las exactas relaciones proporcionales entre cada una de las partes del cuerpo; el segundo — la «definitio» — determina y fija con un instrumento adaptado al caso las momentáneas disposiciones de los miembros debidas a los movimientos.
El libro termina con una tabla de proporciones, correspondientes a los promedios de diversas medidas tomadas por Alberti sobre cuerpos humanos de singular belleza, última en orden de tiempo de las obras teóricas del autor (v. La arquitectura y la pintura), el tratado es un importante documento de la madurez de su pensamiento, inspirado en un riguroso clasicismo, y contiene anotaciones teóricas destinadas a encontrar con el tiempo su completo desarrollo. Y aunque en ella se encuentre el germen de futuras normas convencionales de estilo académico, el entusiasmo científico de Alberti tiene sabor de descubrimiento y entona plenamente con el fervor de una nueva cultura artística — el Renacimiento — de la que sabe reconocer la libertad creadora con relación a la antigüedad.
G. A. Dell´Acqua