[De dignitate hominis]. Discurso publicado en 1496, pero compuesta cuando tenía 24 años. Había de servir de introducción a las 900 tesis que el joven soñaba con discutir en Roma, pero que encontraron el veto de Inocencio VIII. Es juzgada por muchos, debido al ímpetu oratorio, como la obra maestra de Pico. En el preámbulo se pregunta por qué el hombre es celebrado como la criatura más selecta de la naturaleza, casi más admirado que los ángeles, y responde que ello se produce por una prerrogativa que trata de explicar en su obra. Dios ha creado al hombre sin una aptitud única, sino dándole en común lo que ha dado en particular a los individuos: depende de su libertad hacerse ángel o bestia, mientras que los ángeles fueron desde el origen lo que serán eternamente.
Se puede llegar a ser ángel con la vida activa y la contemplación, pero a la contemplación se llega por varios escalones, como en la escala de Jacob: primero hay que purificarse los pies, que son símbolo de la vida concupiscente, y las manos de la vida irascible, luego subir y descender por las escaleras mediante la filosofía que asciende cuando de lo múltiple va a lo uno y desciende cuando de lo uno va a lo múltiple. Así es posible alcanzar finalmente la perfección teológica, reposando en el seno del Padre, que está en lo alto de la escala. La filosofía es preludio y medio de la futura gloria en cuanto, multiplicando lo múltiple que es discordia, prepara el reino de la paz. También en las religiones primitivas la filosofía moral y la dialéctica, verdaderas ciencias purificadoras del corazón y de la inteligencia, servían de introducción a los misterios religiosos.
Idéntico pensamiento tienen en su propósito sabios como Pitágoras, y las respuestas filosóficas de Delfos y de Zoroastro. Por esto Pico della Mirandola se entregó con pasión al estudio de la filosofía, contra la opinión de sus contemporáneos que despreciaban la filosofía sólo porque no da pan ni honores. Toda la discusión sobre la dignidad del hombre busca un objetivo bien definido: justificar la audacia de un joven que presume de discutir centenares y centenares de tesis ante los doctores de su época. Pico della Mirandola de hecho afirma que la filosofía, cuya nobleza ha alabado, debe ser discutida en público, porque la discusión es como la gimnasia del cuerpo: hace más fresca y fuerte a la mente. Entrando así en el tema que le embarga, Pico della Mirandola señala el contenido de las tesis.
En ellas antes que nada probará la concordia entre Platón y Aristóteles, luego construirá una nueva filosofía o mejor un nuevo método de filosofía, que podrá dar contestaciones ciertas sobre cualquier pregunta natural o divina. Se trata de la «ars numerandi», ciencia del número, no como la profesan los mercaderes sino como la estudian Pitágoras y Platón. Expondrá luego teoremas mágicos, renegando de la magia que se basa en el poder de los demonios y aceptando la otra que profundiza la filosofía natural y que es la filosofía más alta y santa que asciende a Chalmósidas y a Zoroastro, hijo de Horomaso, recordado por Platón, uno en Alcibíades, otro en Cármides. En fin hablará de la Cábala transmitida por los hebreos: no es una fábula sino una confirmación de la fe católica. Moisés de hecho recibió de Dios la ley y una interpretación profunda de la misma: la primera fue publicada, la segunda debía ser transmitida sucesivamente a los grandes sacerdotes bajo el vínculo del secreto. Ello se produjo para no dar las cosas santas de pasto a los perros. Por ella Cábala significa «recepción»: o sea sucesión de las revelaciones de uno a otro cual por derecho hereditario.
Después del destierro babilónico, Esdras, profeta de la Iglesia, por temor a que las vicisitudes del pueblo judío dispersasen los secretos de la celestial doctrina, convocó a los más grandes sabios de la época e hizo recoger lo que cada uno recordaba de los secretos de las leyes en 70 volúmenes. Pico della Mirandola cree, pues, en el divino origen de la Cábala. Es cierto que hay un libro del profeta Esdras (v.), el cuarto, donde en el capítulo XIV se señala el primer origen de la cábala en el sentido que Pico della Mirandola aceptó, pero se sabe también que el cuarto libro de Esdras, como el segundo, es completamente apócrifo. Si bien Pico della Mirandola señala la «ars numerandi» como un nuevo método, hay que advertir sin embargo que el concepto de método, según él, es muy distinto del de un Bacon o un Descartes. Se trata de una matemática abstracta, de un simbolismo metafísico que se une directamente con Pitágoras tal como era interpretado en el clima mágico del Renacimiento.
S. Ruta