[Cours d’histoire moderne]. Conservan este título los dos vigorosos diseños históricos trazados por François Guizot (1787-1874) en sus clases de la Sorbona en los años 1821- 1822: la «Historia general de la civilización en Europa desde la caída del Imperio Romano a la Revolución francesa» (14 clases) y la análoga «Historia de la civilización en Francia» (49 clases). Guizot, que ya en los Ensayos sobre la historia de Francia (v.) había planteado el problema de los orígenes nacionales, sube ahora por la amplia y majestuosa corriente de la historia de Francia y de Europa para recoger las voces lejanas de las que desciende la civilización moderna. Estudia el complejo afán de las clases sociales, sus aspiraciones, sus lemas, sus costumbres; ve en el movimiento de autonomía de los Comunes la primera chispa de libertad, luego largamente adormecida; señala en las varias adaptaciones de las ideas a las exigencias prácticas, de los filósofos a los políticos, y de los eclesiásticos a los laicos, la fuerza subterránea que creó esta firme unidad.
El secreto de la historia de Francia, su valor de humana experiencia de la vida, el particular acento de su civilización está precisamente en esta medianía del carácter y de las tendencias. «Francia costó muchas fatigas», afirma Guizot; pero su pensamiento, educado en el calvinismo, comenta: «la historia derrumba las pretensiones impacientes y sostiene las largas esperanzas». Estas esperanzas que, a través de la Historia de la Revolución de Inglaterra (v.), se realizarán según la norma del liberalismo constitucional, pertenecen al superior mundo historicomoral, del que la milenaria historia de Francia da un notable ejemplo en estas páginas de Guizot. Páginas que contienen el paradigma de la concepción nacional romántica, por el que la fuerza monárquico-unitaria envuelve y templa con su mediación el primitivo impulso libertario de la edad comunal y la aspiración a la potencia y al prestigio, propia de los reyes. Guizot es partidario de esta última, por el grado de civilización alcanzado por Francia en su período, planteando y resolviendo históricamente, y por lo tanto provisionalmente, la disidencia entre libertad y autoridad. Pero, del mismo modo que no abandona las promesas de libres instituciones, parece recoger allí las herencias del pasado para enseñarlas ante las más complejas y conscientes experiencias políticas, que él mismo consumirá, no sin desilusiones, en ventaja de la burguesía de Luis Felipe, política y moralmente inmatura.
L. Rodelli
Desde el momento en que Guizot se presentó en el ruedo de la historia, ésta se enriqueció con su instinto y sus actitudes espirituales; pretendió arreglarla y organizaría. (Sainte-Beuve)