[Four Hymnes in Honour of Love and Beauty]. Los dos primeros de estos himnos del poeta inglés Edmund Spenser (1552-1599), aunque publicados en 1596, fueron probablemente escritos bastante antes, porque el autor habla de ellos, como de una obra de su «verde juventud». No muestran ninguna novedad de invención, siendo, desde el principio hasta el fin, una simple versificación de las ideas platónicas.
En el primero, encontramos un análisis elaborado de la pasión en donde el poeta sigue, paso a paso, el Banquete (v.), o más bien el comentario de Ficino, combinando sus razonamientos sobre las dos edades del amor con la narración mítica del nacimiento del amor expuesta por Sócrates en el Banquete. También en el segundo himno sigue a Ficino: como él, describe la unión del alma con la materia corpórea y, como él, rechaza la doctrina de que la belleza sea simplemente proporción de partes y armonía de colores; imita su descripción del descendimiento del alma desde el cielo para formar el cuerpo, y toma de él la idea de la correspondencia entre el alma bella y el cuerpo bello, y la razón por la que un alma bella puede, sin embargo, formar un cuerpo feo, describiendo la atracción de un alma hacia otra por causa de la influencia celeste y la manera cómo empieza la pasión del amor.
Los otros dos himnos, escritos seguramente más tarde, como lo demuestra entre otras cosas la mayor finura y elevación del estilo, toman de nuevo los motivos del primero, pero en lugar de cantar el amor y la belleza terrenos y naturales, cantan el amor y la belleza celestiales y divinos; en el primero, el poeta identifica la doctrina del amor platónico, en su más elevada forma, con el dogma de la Trinidad en la unidad; el segundo es un canto de adoración religiosa a Dios «eterna fuente de la belleza celeste, infinitamente superior a toda belleza humana y terrena», y en él, dirigiéndose a su propia alma, que desde hacía mucho se había nutrido de la belleza mundana, el poeta la invita a encontrar para siempre la paz en la contemplación divina.
En los Himnos ha expresado Spenser la esencia de la filosofía; naturaleza de artista sensual, enamorado de la belleza, al mismo tiempo que atormentado por la necesidad de la virtud, fluctuando constantemente entre paganismo y cristianismo, entre Renacimiento y Reforma, ha tratado de conciliar sus sentidos con su moral, inspirándose en Platón, que identificó la belleza suprema con el bien, y más aún en el comentario de Ficino en el que el espíritu del platonismo está, por decirlo así, cristianizado. Las fuentes de Spenser, además de Ficino, son la Canción de Amor de Benivieni, y algunos pasajes del Cortesano (v.) de B. de Castiglione.
A. P. Marchesini