Drama en verso y en cinco actos de Víctor Hugo (1802-1885). Publicado en 1827, es la primera obra teatral de relieve de Hugo (precedida solamente por Amy Robsart), y, a pesar de que no llegó a representarse, hizo época en el teatro romántico francés, no tanto por su innegable valor poético, como por la audaz libertad de forma y por su famoso Prefacio (v.). Claramente inspirado en las tragedias históricas de Shakespeare, pero sobre todo por las recientes publicaciones de las Mémoires sur la Révolution d’Angleterre a cargo de Guizot, el poeta pone en escena con gran lujo de detalles históricos, la figura del célebre dictador inglés en el momento culminante de su poder y tentado por la más grande ambición. Cromwell tiene en sus manos todo el poder, pero ambiciona también las insignias del poder: casi sin querer confesarlo a sí mismo querría ser rey. Y en efecto, el Parlamento y la ciudad de Londres, hábilmente sugestionados, están a punto de ofrecerle la corona.
Pero, en el preciso momento en que va a quedar embriagado por la ambición, su finísimo sentido político y su astucia le ponen sobre aviso; ocupando el puesto de un centinela, una noche se entera de una conspiración: comprende que los puritanos, republicanos fanáticos, por una parte y los monárquicos por otra tan sólo esperan que cometa una imprudencia para arrojarse sobre él, aunque por razones opuestas. Cromwell, entonces, hace marcha atrás y dueño del destino, con un supremo acto de astucia, llegado el momento de la ceremonia que debería consagrarle rey, rechaza teatralmente la corona presentándose ante el pueblo con una aureola de heroica modestia y levantando el admirado estupor de sus propios enemigos. El drama termina, sin embargo, con un atormentado monólogo del protagonista, el cual da a entender que aún se siente atormentado por el ambicioso ensueño insatisfecho. La fidelidad histórica reside puramente en los detalles decorativos, en el «color local»; con lo cual la sencilla trama se adorna con una cantidad de coloridos episodios dibujados con magistral bravura. Por lo demás Hugo trató con absoluta libertad el carácter del protagonista logrando crear una figura imponente y sugestiva, a pesar de la elemental psicología y la patente verbosidad de los monólogos.
El drama, animado por un número grandísimo de personajes secundarios, con su acción fragmentada en cien episodios y las grandes masas que llenan la escena en diversas ocasiones, fue siempre considerado inadecuado para ser representado. A pesar de todo, su lectura es agradable, sobre todo por la magia del verso.
M. Bonfantini