[Cuore]. Obra de Edmondo de Amicis (1846-1908). Es, después del Pinocho (v.) de Collodi, el libro más célebre para jóvenes que se ha escrito en Italia, y uno de los más famosos de todo el mundo. Como dice en el breve prefacio, el autor finge que un muchacho de la tercera clase elemental recoge en un cuaderno las impresiones, los acontecimientos, la historia del año escolar y, luego, las notas son revisadas por el propio muchacho, Enrico Bottini, en edad más madura, y por su padre, que trató, hasta donde le era posible, de no alterar el texto original. El libro se divide en once meses, de octubre a julio: de vez en cuando la narración está interrumpida por una página que el padre, la madre o la hermana, escriben para hacer al protagonista advertencias, darle consejos y a veces vituperarle.
Cada mes lleva también una narración dictada por el maestro: siempre se trata de narraciones de tipo heroico realizadas por muchachos, como, por ejemplo, «el pequeño patriota paduano», que rehúsa el dinero que le dan los que denigran a su país; el «pequeño vigía lombardo», un muchacho que en la guerra, desde lo alto de un árbol, espía los movimientos del enemigo hasta que una bala lo derriba; el «pequeño escribiente florentino», que se fatiga durante la noche copiando direcciones para su padre, que ignora el sacrificio del niño y le regaña duramente; el «tamborcillo sardo», un muchachito que lleva un mensaje de guerra a una posición peligrosísima hasta que un proyectil le destroza una pierna; el «enfermero del abuelo», un muchacho que asiste larga y amorosamente a un enfermo creyendo que se trata de su propio abuelo; «sangre romanola», un muchacho travieso, pero no malo, que muere por salvar la vida de su abuela; «valor cívico», el cuento de un muchacho que salva a su compañero que corre el peligro de ahogarse; «de los Apeninos a los Andes», la historia de un pequeño genovés, que tras dificultades de toda clase, llega a encontrar a su madre, emigrada a América, de la que no tenía noticias; «naufragio», el acto heroico de un muchacho que cede su puesto en la barca a una niña y muere entre las olas.
Los cuentos mensuales son la parte más literaria del libro y tuvieron merecido éxito: no hay italiano que no los recuerde. El resto, o sea, la historia del año escolar, está trazado con mano nerviosa, en períodos breves, secos, incisivos. Desfilan por el libro maestros y maestras, padres, madres y, en gran número, muchachos, condiscípulos de Enrico. De cada tipo se repite hasta la saciedad, como un «leit-motiv», un signo, un carácter, una postura, un distintivo físico o moral: la maestrilla de la pluma roja en el sombrero, el maestro con la arruga profunda, como una herida, Garoffi con su nariz y su pico de lechuza, el albañilito que pone el hocico de liebre, etc., etc. Los caracteres están un poco estilizados: Derossi, el primero de la clase, más que ser bueno es el símbolo de la bondad, al igual que Franti es el tipo de la malicia, Garrone de la generosidad y Stardi de la testarudez, Votini de la envidia y Nobis de la soberbia. Estos defectos fácilmente visibles y el sentimentalismo excesivo han suscitado a menudo críticas acres e injustas. La inmensa popularidad del libro, que, aparecido en 1888, se difundió en seguida por Italia en cientos de miles de ejemplares y fue traducido a todas las lenguas del mundo, provocó una reacción que fue sobre todo viva en los dos primeros decenios de este siglo; después comenzó, como era natural y lógico, el reconocimiento de los grandes méritos de la obra: el estilo ágil y llano, la narración pintoresca y feliz, la elevación moral, el puro amor patrio que vibra en cada página y el amor por los humildes, por los infelices, por todos los desheredados de la sociedad o de la naturaleza.
En Italia, que tras la pasión del «Risorgimento», se vivía una vida gris y burguesa, Corazón encendió una llama de sentimiento, una ola de poesía, un grito de esperanza hacia metas más elevadas y luminosas. El libro tuvo muchas imitaciones de escaso valor. Recordemos un volumen de Cordelia, Pequeños héroes [Piccoli eroi], en el que una jovencita compone y narra para sus hermanitos actos heroicos del tipo de los cuentos mensuales de Corazón, y Cabeza [Testa], un libro de Paolo Mantegazza, desgraciado incluso en el título: Mantegazza imagina que el protagonista de Corazón es huésped de un tío suyo, que le instruye enseñándole a conocer al mundo y a los hombres: un libro pesado, indigesto, en el que, sin embargo, alguna página se salva por el indudable arte de notable expositor de que Mantegazza nunca carece. [Trad. castellana de Isidro Fernández Flórez (Madrid, 1887) y de Hermenegildo Giner de los Ríos (México, 1940)].
D. Provenzal
…Puso ternura donde no había más que razón pura, y la suavidad de la buena promesa donde sólo había un anhelo de lucha. (Pascoli)
No artista puro, sino escritor moralista. (B. Croce)