[Stornelli di DairOngaro]. Es una colección de breves poesías que compuso Francesco Dall’Ongaro (1808-1873), a imitación de los «stornelli» populares toscanos. Con estas coplas, publicadas separadamente en opúsculos ocasionales y recogidas en un volumen el año 1913, el poeta se proponía proporcionar a Italia algunos cantos populares que no faltaban en otros países menos poéticos, siguiendo de cerca los acontecimientos del «Risorgimento», de 1847 al 70, como eco del entusiasmo y de la fe sentidos en aquellos años gloriosos. Los hay que, dictados por situaciones momentáneas, perdieron con el tiempo su fragancia; pero, en cambio, se mantienen vivos aquellos otros en que el poeta se erige en intérprete del alma popular en las pequeñas pero significativas manifestaciones con que osaba desafiar a los gobiernos o pronunciarse sobre sus actos («Alta traición», «Los cardenales», «El olivo», «El bautismo»).
Entre los muchos que están dedicados a la bandera tricolor, el más famoso fue el «Brigidino», que improvisado en el puesto de un librero sienés, el mes de agosto de 1847, se extendió pronto por toda la península; incluso se decía que el propio Garibaldi lo cantó en Montevideo, antes de embarcarse para Italia. Fue puesto en música por Verdi. Las primeras coplas están inspiradas por el ideal republicano de Mazzini («Dios y el pueblo», «Italia libre»); muy conocido es el famoso «Quién dice que Mazzini está en Alemania…», cuyo final sintetizaba el afecto y la veneración que por el gran maestro sentía Dall’Ongaro: «Mazzini está en cada lugar en que se teme / que llegue al traidor su hora suprema, / Mazzini está en todo lugar en que se espera / verter la sangre por la Italia libre.» Más tarde esta admiración fue sustituida por la de Garibaldi, y las gestas garibaldinas fueron envueltas por el halo de la leyenda, tal como el espíritu popular solía celebrarlas («Garibaldi en Siena», «La estrella de Garibaldi», «Trinacria»). Finalmente llega la hora del agradecimiento por la obra de Víctor Manuel y de Cavour, y los italianos fueron incitados a acoger la Cruz de Saboya que «reanima el alma, puesto que no es suplicio, sino triunfo».
T. Momigliano
Es la indignación del patriota y del laico condensada en el alma. (De Sanctis)
Es la indignación del patriota y del laico condensada en el alma. (De Sanctis)