Fragmentos científicos de Leonardo da Vinci (1452-1519). En 1893, en París, en la imprenta de Rouveyre, y con la adición de un fascículo grabado e impreso en Viena por Angerer y Góschl, cuidaron de su impresión Teodoro Sabachnikoff y Giovanni Piumati. Originariamente estaba encuadernado junto con el manuscrito B, con el que en 1798 pasó a París, al Instituto de Francia. Sacado de allí por Libri en 1868, fue adquirido por el conde Giacomo Manzoni; resultó entonces mutilado en cinco hojas (de dieciocho según la descripción que hizo de él en París G. B. Venturi); de allí pasó a manos de Sabachnikoff, que cuidó de su edición, y, después, se lo regaló a la reina Margarita. Así entró a formar parte de la Biblioteca Real de Turín. Las hojas que faltaban, recuperadas una por el mismo Sabachnikoff, que la publicó como apéndice a su edición, y las demás por Enrique Fatio, ginebrino, se pudieron volver a unir con el códice, y, regaladas también a la Real Casa, fueron publicadas por Enrico Carusi, en la edición de la Comisión Vinciana en 1926 (editor Danesi). El Códice acerca del vuelo de los pájaros, y otras varias materias, así indicado en la edición Sabachnikoff-Piumati, consta, además de la cubierta cartonada, de 18 hojas de 154X213 mm., y está ilustrado con 147 croquis en negro y sepia. Su cronología oscila entre marzo y abril del 1505. En cuanto a la materia tratada, el característico método de redacción de lo§ manuscritos vincianos se refleja en el múltiple entrecruzamiento de los apuntes relativos a las disciplinas que se examinan: la dinámica, la mecánica, la tecnología, la óptica. Por otra parte no están comprendidas en él todas las anotaciones acerca del vuelo, las cuales fue necesario rastrear también en los demás manuscritos.
La común denominación resulta sólo de valoraciones de cantidad. Con todo, el Códice acerca del vuelo de los pájaros tiene una importancia particular suya en el hecho de que se inserta en un punto resolutivo de la investigación vinciana, cuando de la ideación de los mecanismos para volar, Leonardo pasó a la observación del vuelo animal; un punto medio, pues, del ciclo cronológico que se extiende desde la época de su primera estancia en Milán hasta su muerte en el castillo de Cloux. El hábito universalista del genio se refleja hasta en el modo como Leonardo dispone el plan del tratado: «Para hablar de tal materia necesita, en el primer libro, definir la naturaleza de la resistencia del aire, en el segundo la anatomía del pájaro y de sus plumas, en el tercero la operación de esas plumas por sus diversos movimientos, en el cuarto el valor que tienen las alas y la cola sin aletear a favor del viento para guiarse con diversos movimientos». Después de los estudios de aerodinámica y de aerología, y los estudios acerca de los mecanismos para volar, deben, pues, seguir las experimentaciones naturalistas acerca del vuelo en el aire sin viento, y en presencia del viento. Estos experimentos servirán para indicar la posibilidad de realizar el vuelo humano, muscular, o mecánico, meta última de la especulación vinciana. «Pero si quieres afrontar el problema del vuelo — escribe Leonardo — define primero el movimiento del viento y describe después de qué manera se gobiernan los pájaros en él sólo con el sencillo equilibrio de sus alas y su cola». El estudio anatómico del ala explica la actuación de ésta ante la resistencia del aire y ante su supuesta compresibilidad. Por otra parte es notable la intuición de que para la suspensión en el vuelo es necesaria la presencia de una «velocidad relativa», de conveniente intensidad, entre ala y aire. Estas observaciones fueron el punto de partida de los proyectos de aparatos mecánicos para el vuelo con ala batiente, de helicópteros y paracaídas, que tan directamente han precedido a las investigaciones científicas que condujeron a las recientes aplicaciones de la ciencia. Las comprobaciones experimentales reforzaron en Leonardo la persuasión de que la energía muscular humana no es suficiente para los intensos movimientos de las alas necesarios para la sustentación y la propulsión.
El aparato que se proponía lanzar en vuelo desde el Monte Ceceri era, pues, un planeador de gran envergadura, del tipo de ala alta. De este modo, también con sus estudios sobre la propulsión a tornillo, eran todavía mejor señaladas las direcciones actuales de la aviación, la cual saluda en él a uno de sus más auténticos precursores. Pero las repetidas anotaciones vincianas de las que el Códice acerca del vuelo de los pájaros constituye el núcleo informativo, son también una expresión de la tendencia a reclamar todo concepto al ambiente de la naturaleza, a captar su más oculta poesía. Cuenta Vasari que Leonardo, delicado cultivador de estudios biológicos, al pasar junto a los vendedores de pájaros, dejaba libres a éstos, después de pagar su precio, por el gozo de poderlos restituir a la libertad. Probablemente intentaba escrutar las manifestaciones que acompañan el comienzo del vuelo. Pero también en esto se hallaba la gentileza de sentimiento, la suavidad de ánimo que circundan la figura del Maestro de una aureola de grandeza moral.
A. Barosi