[Science et philosovhie). Obra del químico francés Pierre-Eugéne Marcelin Berthelot (1827-1907), publicada en 1886. Es una colección orgánica de escritos publicados en revistas o de cursos universitarios, y constituye una especie de biografía intelectual y moral que, más allá de los descubrimientos y precisiones científicas, llega a fijar algunos principios filosóficos del más alto interés. El descubrimiento que demuestra la identidad de las leyes de la química orgánica y de la química mineral — la de la formación de los compuestos orgánicos con un método estrictamente racional — elimina para siempre de la ciencia la intervención de la fuerza Vital, manifestando el carácter creador de la materia y de sus principios. Junto al estudio de este tema, tratado en un artículo fundamental del 1859 y como prólogo al curso creado en el colegio de Francia en el año 1864, Berthelot expone varias argumentaciones de índole técnica. Entre ellas merecen particular mención el ensayo sobre las materias explosivas (para cuyo estudio prestó su colaboración durante el sitio de París en la campaña franco-prusiana) y el informe, redactado para este mismo momento histórico, sobre las comunicaciones con la provincia y la correspondencia eléctrica a través del Sena.
Hay que añadir páginas sacadas de sus famosos Orígenes de la Alquimia (v.) y conmemoraciones de otros hombres de ciencia. La parte más viva de la obra está constituida por una decidida afirmación del valor de la ciencia y de la necesidad de un pensamiento libre en su actividad. Por este motivo la colección comienza con una carta a su amigo Renán con el significativo título «La ciencia ideal y la ciencia positiva» [«La science idéale et la science positive»]; contra la vieja metafísica y el mundo de los silogismos, Berthelot afirma la fe en un mundo nuevo regido por la investigación y la confianza en la obra del hombre. En el intento de alcanzar lo que él llama ciencia ideal, tanto si se trata del mundo físico como del mundo moral, no hay probabilidad de buen éxito sino con la condición de basarse en los mismos métodos que le prestan fuerza y certidumbre a la ciencia positiva. Pero en ciertos respectos su atrevido espíritu de hombre de ciencia se manifestaba más allá de sus poderosos descubrimientos en el campo químico, al echar los cimientos de una filosofía «positiva» que desdeñaba los problemas fundamentales de la verdadera filosofía. Por lo tanto, hemos de considerar que justamente en Berthelot se percibe el pleno valor de una ciencia laica y de un pensamiento autónomo. De tal modo que él obtiene de la ciencia misma incitación para su acción política y moral, afirmando la grandeza de la ciencia que es sacrificio y abnegación por la sociedad.
C. Cordié