Trilogía dramática del poeta norteamericano Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882). Según nos dice él mismo en su diario, el autor trataba de representar en ella los tres momentos cardinales del Cristianismo: el Nuevo Testamento, la Edad Media y la Moderna; pero no llevó a cabo su idea con orden continuado, publicando en 1851 La leyenda áurea, en 1868 Las tragedias de Nueva Inglaterra y sólo en 1871-72 La divina tragedia, que histórica e idealmente hubiera debido ser colocada al principio. En la Leyenda áurea, Longfellow trata, siguiendo las huellas de Goethe, de construir un cuadro poderoso cantando la fuerza redentora del amor, pero sólo consigue darnos melodías y coloraciones fragmentarias y desligadas.
Lo mismo sucede con las dos Tragedias de Nueva Inglaterra: John Endicott, cuya acción está situada en Boston en 1665, y Giles Corey, que recuerda un suceso de 1692, ambas narrando, con escasísimo vigor dramático, episodios de persecución religiosa. La Divina tragedia es la síntesis fiel de algunas escenas sobresalientes del Nuevo Testamento y presenta valores dramáticos y líricos que la hacen superior a las otras dos partes. Longfellow, poeta de fácil y modesta vena popular, no consigue en esta trilogía darnos la construcción imponente a la que aspiraba, aunque a veces alcance conmovidos acentos dramáticos y líricos vuelos, ricos de ternura y pasión.
A. P. Marchesini